Estrellas detrás de la cámara
Lo peculiar del arte fotográfico es que, al menos en apariencia, es accesible a todo el mundo. Es la disciplina artística más democrática: cualquiera que tenga una cámara es capaz de sentirse fotógrafo. Si a ello se suma que los expertos han incorporado al amplio elenco de los creadores a todo tipo de autores que desde la simplicidad de lo doméstico hasta la exquisitez del enfoque y la luz se han visto magnificados, a nadie le debería sorprender que todo valga: fotos de cumpleaños infantiles, besos furtivos, cuerpos desenfocados, banderas al viento o trompetistas negros vislumbrados entre el humo que ciega nuestros ojos. De Pepe Pérez o Juan Palomo a Diane Arbus o Robert Frank, todo es posible.
"Escritores, cantantes, actores, directores de cine, bailarines, artistas y poetas: nadie puede resistirse a la fascinación de la fotografía. Este canto de sirenas ha seducido a personas de todos los ambientes, transversalmente a su estilo de vida y a su época. La ambigüedad de la fotografía, un medio capaz de satisfacer exigencias distantes, opuestas y complementarias, se convierte en el lenguaje ideal, accesible e irresistible. A partir de ahí, cada uno ha desarrollado un lenguaje muy particular que, sin embargo, está fuertemente vinculado con la profesión de la que provienen", así describe Enrica Viganó el proyecto Fotógrafos insospechados. Celebridades detrás del objetivo, del que es responsable, una exposición itinerante que comenzó su andadura el pasado año en el marco de PHhotoEspaña 2007 y que se exhibe ahora en el Auditorio de Galicia hasta el 14 de septiembre.
El eclecticismo del proyecto queda demostrado con la simple enumeración de algunos de los 20 autores que la conforman: desde Zola, Degas y Strindberg, hasta Picasso, Leonard Nimoy, Almodóvar, Lou Reed, Bruce Chatwin o Bryan Adams. Los creadores que aquí muestran sus obras, naturalmente, admiten cualquier tipo de interpretación de las mismas. Y así podemos contemplar una imagen naturalista de Pablo Picasso, Escena de café, realizada entre 1908 y 1910, en la que posan Fernande Olivier, su primera compañera sentimental y autora del libro Picasso y sus amigos, Georges Braque y André Derain. El pintor malagueño ya estaba inmerso en el cubismo. Un año antes, en 1907, había presentado Las señoritas de Avignon, conmocionando lo establecido. Sin embargo, esta fotografía de sus amigos es absolutamente convencional. Algo similar ocurre con el autorretrato de August Strindberg, de 1886. El terrible dramaturgo sueco, precedente del teatro de la crueldad, vivió atormentado por la esquizofrenia que padecía. Casado en tres ocasiones, evolucionó desde el feminismo a la misoginia con la pasión de los desequilibrados. El autorretrato le muestra con un florete que resalta una cierta ferocidad. Pese a todo lo dicho, lo cierto es que a su entierro, en 1912, asistieron 50.000 personas. Terrible, apasionado y popular.
Un posible apartado del proyecto podría ser el que engloba fotografías eróticas o sensuales, aquellas que se pueden incluir en el ámbito del glamour. El rockero Bryan Adams retrata a su amigo Mickey Rourke (2005), que, pese a sus kilos de más, procura mantener el tipo en un hotel de lujo con unas inquietantes piernas de mujer sobre la cama. Jeff Bridges, por su parte, no puede resistir la capacidad seductora de Michelle Pfeiffer, compañera de reparto en Los fabulosos Baker Boys (1989). Más compleja es la escena, fotografiada por Yul Brynner, del genial Dalí pintando a Amanda Lear en 1970: ojos alucinados, marketing, homenaje incruento a San Sebastián Las tres líneas biográficas de Wikipedia sobre la musa son un ejemplo de cómo la información puede coadyuvar a la confusión: "Amanda Lear (n. ¿Hong Kong?, 1939 o 1946) es una cantante y modelo, así como pintora y escritora ocasional, famosa por su amistad con Salvador Dalí y por su (discutida) condición transexual".
Con Mijaíl Baryshnikov ocurre lo contrario que con Picasso. Si el pintor desde la vanguardia plástica realizaba fotografías convencionales, el bailarín y coreógrafo, educado en la más estricta ortodoxia del Ballet Kirov de la desaparecida Leningrado, da rienda suelta a la experimentación con una pareja de baile en Santo Domingo (2006). Concluye el apartado sensual el actor Leonard Nimoy, el muy afamado Señor Spock de la inagotable serie Star Treck. Actor, poeta y fotógrafo estadounidense, es el más profesional de los seleccionados, como lo demuestra su excelente Autorretrato con Shekina, de 2001.
De Pedro Almodóvar se selecciona, entre otras, Locutorio, en la que sitúa a Javier Cámara en un juego de espejos durante el rodaje de Hable con ella (2002). El realizador es un gran amante de la fotografía. La historia del filme que rueda en la actualidad, Los abrazos rotos, surge de una fotografía que hizo en una visita particular a Lanzarote. Lou Reed, por su parte, nos muestra un friso, Pargo (2005), del que sólo intuimos que son fragmentos de autorretratos con un título que, imaginamos, es irónico, pues "pargo" (Pagrus pagrus es su nombre científico) es morfológicamente similar al besugo. Graham Nash no pudo, al parecer, dejar de retratar a su amigo Neil Young cuando estaban en casa de Stephen Stills (1970). También estaba por allí Crosby, es decir, el cuarteto al completo. Giuseppe Tornatore realizó su fotografía Conversación a los 13 años de edad, en 1969. En todo caso, lo que está claro es que cuando los italianos hacen fotos, siempre les sale neorrealismo. Es como los lugareños que mostraba Cuerda en Amanece, que no es poco, que cuando escribían les salía Faulkner.
La selección incluye alguna fotografía exótica. Como la del actor Richard Gere, en la que nos deja constancia de sus inquietudes religiosas. Ya en 1988 era capaz de ir hasta Zanskar sin temor a las tormentas de arena de aquel remoto lugar en el norte de India, una zona que conserva intacta la pureza del budismo, suponemos que porque sólo se puede acceder a él a través de estrechos senderos.
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