El terrorismo y los ciberataques, prioridades de la Defensa británica
Las Fuerzas Armadas sufrirán un recorte del presupuesto cercano al 10%
El miedo a una guerra convencional -justificación histórica para la existencia de los ejércitos defensivos tradicionales- sigue ocupando un lugar destacado, pero los verdaderos riesgos que afronta el Reino Unido son otros. El peligro del terrorismo internacional o el procedente de Irlanda del Norte, la posibilidad de un ataque cibernético a gran escala, de una gran catástrofe natural y, en un orden más convencional, el verse implicado en una crisis militar internacional, son ahora las cuatro amenazas que más temen los británicos.
Así lo expresa la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, publicada ayer con gran fanfarria por la coalición de conservadores y liberales-demócratas. El texto, más bien magro -menos de 40 páginas con poca letra- va acompañado de una significativa introducción firmada por el primer ministro conservador, David Cameron, y el viceprimer ministro liberal, Nick Clegg. Una forma de mostrar unidad en un tema capaz de suscitar tensiones en un Gobierno que reúne el agresivo militarismo tory y la tendencia al pacifismo de los liberales.
Londres debe aclarar el futuro de su fuerza de disuasión nuclear
La publicación ayer de la Estrategia de Seguridad Nacional no es casual: hoy se conocerá la llamada Revisión Estratégica de Defensa y Seguridad, que va a condicionar el monto y naturaleza del futuro gasto militar británico. Y mañana el Gobierno desvelará el programa de recortes del gasto público para reducir un déficit del 11% del PIB.
En los últimos días, militares, políticos británicos y extranjeros y lobbistas de compañías cuyos contratos dependen de las opciones estratégicas de la defensa y de la flexibilidad o rigidez del canciller del Exchequer y responsable del Tesoro, George Osborne, han expresado su opinión en favor de una opción u otra. No por casualidad, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, y su colega de Defensa, Robert Gates, han expresado en público su temor a que los ajustes presupuestarios que prepara Europa vayan demasiado lejos y afecten a los recursos militares de la OTAN.
Los militares británicos han voceado también su temor a sufrir recortes tan drásticos como los que van a afectar a otros departamentos y que en algunos casos pueden llegar hasta el 25%. Los medios británicos coinciden en que los recortes del gasto de Defensa se situarán en torno al 8% y en todo caso no alcanzarán el 10%. Pero está por ver cuáles serán las partidas más afectadas y si el país mantendrá la ambición de su programa de disuasión nuclear, si seguirá con el proyecto de construir dos nuevos portaviones, cuántos aviones lo acabarán nutriendo o cuantos soldados seguirán formando su ejército, entre muchas otras dudas.
La Estrategia de Seguridad Nacional hace pensar que los grandes ganadores serán los fabricantes de tecnología punta para luchar contra ataques cibernéticos y terroristas y catástrofes naturales, en perjuicio de sectores más convencionales de la industria de armamento. La posibilidad de un ataque militar convencional a gran escala se incluye sólo entre los peligros potenciales de tercer grado, al mismo nivel que los problemas de una inmigración ilegal masiva o un ataque convencional a un aliado de la OTAN que obligue a intervenir al Reino Unido.
Por delante de esos riesgos, en el llamado segundo nivel, se sitúan la posibilidad de un ataque al Reino Unido con armas químicas, biológicas, radiológicas o nucleares, un incremento significativo del crimen organizado, o el colapso de los sistemas de almacenamiento, transmisión y recepción de información por un ataque deliberado a los satélites de comunicaciones.
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