El primer ministro intenta zanjar el debate ante las elecciones regionales de marzo
El próximo 21 de marzo se celebran elecciones regionales en Francia. La proximidad de la cita no es ajena a la intención del primer ministro francés, François Fillon, de, si no zanjar el inflamable debate sobre la identidad francesa, sí adormecerlo al menos hasta pasada la convocatoria electoral.
El último de los sondeos publicados, aparecido ayer en Le Figaro, daba un 30% de voto a la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Sarkozy, y un 27% al Partido Socialista (PS) francés. A primera vista, un buen resultado para el Gobierno. No lo es tanto si se tiene en cuenta que en las últimas elecciones celebradas en Francia, las europeas, en junio de 2009, el PS obtuvo un humillante y mísero 16,4% de los votos, sólo un 0,2% por delante de los ecologistas.
Desde el otoño se le acumulan las contrariedades a Sarkozy: el escándalo de su hijo Jean, sin carrera universitaria, optando a presidir el barrio de los negocios de París; los escarceos de turista sexual confesados por su ministro de Cultura, Frédéric Miterrand; la absolución, hace 10 días, del ex primer ministro Dominique de Villepin en el caso Clearstream, que abre una brecha en el electorado de la derecha francesa... todo esto envuelto en una crisis económica que, si bien no golpea con la virulencia brutal que en España, sí que roe empresas y puestos de trabajo: el paro ha subido en un año un punto y medio y se sitúa en torno al 10%. Todo ello ha contribuido a que Sarkozy se encuentre en su nivel más bajo de popularidad desde que fue elegido presidente de la República en 2007. Por eso no cree conveniente abrirse más frentes de los que tiene ya. De ahí que el resbaladizo debate sobre la identidad nacional quede relegado hasta nueva orden.
Más a la izquierda (mucho más a la izquierda), hay otras formaciones que también encuentran problemas con la mezcla entre identidad francesa, o musulmana, y elecciones. El NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), capitaneado por el brioso cartero Olivier Besancenot, presenta en sus listas a una candidata que lleva el velo islámico. Se llama Ilhem Moussaid y defiende su postura política con la cara envuelta en un pañuelo musulmán. Ella afirma ser una militante "anticapitalista e internacionalista" y asegura defender el programa del partido "incluyendo la laicidad y el feminismo". Las críticas no dejan de llover sobre la formación de Besancenot, acusándola de incoherente al presentar a Moussaid. "Si el partido no tiene nada en contra de las chicas con velo, también pueden ser ellas las candidatas", replicaba ayer, en las páginas de Le Monde, Véronique Gramier, una compañera de Moussaid en las listas de esta formación anticapitalista, intentando rebajar la polémica. Pero la polémica continuará.
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