EE UU manda el portaaviones nuclear 'George Washington' a la zona
El Pentágono y Seúl iniciarán el domingo maniobras militares conjuntas
La primera respuesta de la Casa Blanca al ataque de Corea del Norte sobre una isla de su vecino del Sur se ha concretado en el envío a la zona del portaaviones nuclear George Washington, que ayer navegaba hacia la península coreana desde una base naval en Tokio. Estados Unidos y Corea del Sur acordaron el martes por la noche realizar ejercicios militares conjuntos en el mar Amarillo a partir del domingo. El objetivo de la operación es tanto disuadir nuevas agresiones de Pyongyang como ejercer más presión sobre su aliado chino.
Como en ocasiones anteriores, la Casa Blanca afronta tres opciones ante la crisis coreana. La condena verbal y las sanciones, que hasta ahora no han dado resultados; los ejercicios militares o una acción más seria que podría desencadenar una guerra y reducir Seúl a escombros. Por el momento, el presidente Barack Obama ha optado por las dos primeras y descartado la tercera. En cualquier caso, Obama dejó claro en una entrevista concedida a la periodista de la cadena ABC Barbara Walters que no tomará ninguna decisión sin contar con el apoyo de la comunidad internacional. "No estoy considerando acciones militares en este momento", aseguró Obama.
"Los ejercicios son de naturaleza defensiva", asegura el mando militar
El jefe del Estado Mayor de EE UU vincula el ataque al proceso sucesorio
La paciencia estratégica, como se ha llamado la política hacia Corea del Norte que ha seguido la Casa Blanca desde que Obama accedió al poder hace dos años, sigue en pie. No habrá acción militar, pero tampoco diálogo. Washington no quiere comprometerse en negociaciones serias mientras el régimen de Pyongyang no abandone las provocaciones y demuestre que está dispuesto a desmantelar sus instalaciones nucleares. A lo largo de estos días, Obama ha reiterado su apoyo "inquebrantable" a Seúl. La Casa Blanca informó ayer de que el presidente tiene previsto llamar a su homólogo chino, Hu Jintao.
El lanzamiento de artillería sobre territorio surcoreano -el primero sobre civiles- es la segunda crisis grave que encara la Casa Blanca en la región este año, después de que en marzo pasado un torpedo norcoreano hundiera la corbeta surcoreana Cheonan, con el resultado de 46 marinos muertos.
Al igual que otros expertos, los analistas del Pentágono creen que el ataque contra la isla de Yeonpyeong está vinculado con el proceso de sucesión del dictador Kim Jong-il, que estaría intentado consolidar la posición de su hijo y heredero Kim Jong-un, de 27 años. "Hay un liderazgo muy preocupante en Corea del Norte. Kim Jong-il es un tipo impredecible, un tipo muy peligroso", declaró ayer en un programa televisivo el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor estadounidense. "El papel de China es absolutamente crucial", añadió.
El secretario de Defensa de EE UU, Robert Gates, y su homólogo surcoreano, Kim Tae-young, acordaron coordinar cualquier respuesta al ataque de Pyongyang, según ha asegurado el Pentágono. Gates agradeció a Seúl "la contención mostrada por el Gobierno de Corea del Sur" ante la agresión. Esta prudencia está teniendo costes políticos para el presidente surcoreano, Lee Myung-bak, que ha sido acusado de tibieza por la oposición. De momento, Myung-Bak ha puesto a su estamento militar en alerta máxima y asegurado que responderá con todos los medios a su alcance si hay indicios de un nuevo ataque.
El George Washington es un portaaviones nuclear que transporta 75 naves y tiene una tripulación de más de 6.000 personas. "Este ejercicio es de naturaleza defensiva", aseguró el Comando de la Fuerza Estadounidense en Corea del Sur en un comunicado.
El conflicto que más acercó a EE UU y la Unión Soviética a un enfrentamiento bélico durante la guerra fría sigue en pie en un mundo sin bloques pero con armas nucleares.
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