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Los cuerpos de las españolas fallecidas en el Love Parade serán repatriados el miércoles

Familiares y conocidos de las muertas lamentan la "incomprensible" tragedia de Duisburgo

Los cuerpos de las dos estudiantes de 22 años que perdieron la vida el pasado sábado bajo la avalancha humana en Duisburgo, durante la celebración del Love Parade, serán repatriados en unas 48 horas. Esos son los cálculos del Delegado de la Generalitat en Tarragona, Xavier Sabaté, quien ha explciado que ese es el tiempo que usualmente tardan este tipo de gestiones. Por su parte, la portavoz del Ayuntamiento de la capital de esa provincia, Begoña Floria, ha convocado para mañana un minuto de silencio a las puertas del consistorio justo antes del pleno, previsto para las 8.30 horas.

Los familiares y conocidos de las muertas lamentan la "incomprensible" tragedia. Un pariente de de Marta Acosta, una de las dos jóvenes, sollozaba esta mañana sin consuelo. Esperaba reencontrarla el 7 de agosto. "El próximo sábado, no; el otro. Ya tenía el billete", insistía en dolerse esta familiar en las cercanías de la Universidad Rovira i Virgili, donde Acosta cursaba la licenciatura de Traducción e Interpretación. "¿Cómo puede morir alguien de esta forma, ahogada entre la gente? Es incomprensible", ha insistido la mujer, que pide el anonimato para preservar la intimidad y el dolor del resto de la familia. "Es tan inquieta. Le gusta tanto navegar, la literatura, la música", ha explicado así, en presente; como si realmente fueran a reencontrarse el próximo sábado, no; el otro.

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Varios grupos de conocidos de las fallecidas han ido creando sentidos corros de forma espontánea esta mañana en las inmediaciones de la facultad y por el centro de Tarragona, una ciudad de tamaño medio (140.000 habitantes) pero lo suficientemente familiar como para percibir al instante que la tragedia ha sembrado una estupefacción generalizada. "Marta siempre adoró Alemania. Este Erasmus había sido un sueño para ella", ha recordado un joven que compartió varias asignaturas con Acosta el curso pasado. La beca realizada en la Universidad de Münster fascinó tanto a la víctima que incluso planificaba ultimar los trámites requeridos para ampliar al año próximo su estancia en el país germano, aseguran estos conocidos. "Le sorprendía porque era incluso mejor de lo que se había imaginado", recordaron sobre la joven que residía en Cambrils, localidad turística situada a unos 20 kilómetros al sur de Tarragona. Desde el club náutico del municipio, donde la joven solía impartir clases de vela en los meses de verano, hasta la cercana urbanización de Vilafortuny, donde tiene su casa la familia, los vecinos recordaban la amabilidad de la joven. "Siempre ayudaba, siempre sonreía. Apenas la conocía, pero estoy triste como si fuera una amiga. Raro, ¿no?", ha resumido Ramon Llopart, de 24 años, la sensación generalizada de un pueblo en que el veraneo hoy ha quedado teñido de luto. La Universidad Rovira i Virgili, por su parte, ha decretado dos días de duelo por la tragedia alemana y las banderas que presiden el acceso a la facultad lucen a media asta desde este mediodía.

"Si ella nos viera así sería la primera que vendría a animarnos. A bromear hasta arrancarnos la risa", ha explicado una amiga que ya añora a Clara Zapater, la otra española fallecida en el festival tecno de Duisburgo. Zapater, hija de un conocido abogado de la localidad que había sido defensor de los alumnos precisamente en la universidad en la que estudiaba Acosta, también ha sido recordada por su incansable sonrisa. "Era más que extrovertida, la más simpática de la ciudad", ha asegurado otro compañero. El amor de Zapater por Alemania también se fraguó desde la infancia. "En el colegio y en el instituto ya escogió el alemán como primera lengua. Es tan difícil que en clase eran muy pocos alumnos, y se quedo enganchada", han celebrado varios compañeros como quien recuerda los buenos momentos compartidos con una amiga ahora en apuros. "No creemos que este muerta, todavía no podemos asimilarlo", admitían. Clara pasó en Tarragona toda su vida hasta que partió a estudiar Psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona. Los mayores del lugar aseguran que les contagiaba a todos su afición por las sardanas, baile popular catalán en el que Zapater participó activamente hace años mediante un grupo de danza local. "Espero que no sea así, espero que el dolor afloje. Ahora mismo me veo incapaz de volver a hacer una tirada [paso que suele usarse para medir la extensión de las sardanas] en la vida", ha recordado un joven que llegó a coincidir con la fallecida alguna vez en una exhibición de este tipo de baile.

Zapater también tenía pensado volver a su ciudad natal a principios de agosto, después de viajar de Duisburgo a Münster para despedirse de los últimos amigos del Erasmus. En Tarragona la han recordado esta mañana con la impotencia de esperar con ansiedad un reencuentro que, en el último instante, se vuelve imposible. "Era tan sociable y risueña. Nos daba fuerzas a todos", ha recordado uno de sus compañeros que admitió sentirse preocupado por el impacto de la tragedia. Las amigas íntimas de Clara se encuentran especialmente afectadas, asegura este conocido. "Algunas habían pensado ir con ella al festival pero quedaron en que ya se verían en agosto", ha detallado. "No se perdonan haberla dejado sola".

Una cruz hecha de hielo permanece en el interior del túnel de Duisburg, el lunes, dos después de la tragedia. "Profundo luto", reza la inscripción.
Una cruz hecha de hielo permanece en el interior del túnel de Duisburg, el lunes, dos después de la tragedia. "Profundo luto", reza la inscripción.AP

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