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Reportaje:

"Nunca aceptaremos lo que Rusia impone"

Los georgianos advierten al Kremlin que no aceptarán la pérdida de Osetia del Sur y Abjaziatras la guerra - Los desplazados malviven con una subvención de 12 euros desde hace un año

Pilar Bonet

Georgia no está dispuesta a aceptar la pérdida de Osetia del Sur y Abjazia, los territorios secesionistas que Rusia reconoció unilateralmente como Estados tras la llamada guerra de los cinco días. Ésta era la idea compartida ayer por todos los georgianos que conmemoraban -desde una perspectiva opuesta a la de los rusos y osetios- los sucesos de la noche del 7 al 8 de agosto de 2008 en Osetia del Sur, que precipitaron el desenlace de dos conflictos territoriales heredados de la desintegración de la URSS en 1991.

Tras los enfrentamientos bélicos en Osetia del Sur, georgianos, osetios y rusos tuvieron centenares de víctimas, entre civiles y militares, y decenas de miles de georgianos tuvieron que huir de la región secesionista.

"Quiero ser militar para echar a los ocupantes", afirma un niño en Tbilisi

Al margen de la ideología, clase social, apoyo o rechazo al presidente Mijaíl Saakashvili, los georgianos se mostraban ayer prácticamente unánimes en considerarse víctimas de Rusia. "Ninguna fuerza política permitirá a Rusia legalizar el territorio que ganó por la agresión militar y estamos de acuerdo en que el año pasado el Estado soberano de Georgia fue agredido militarmente y en que lo que vemos ahora es la ocupación de nuestro territorio", dijo Irakli Alasania, uno de los principales líderes de la oposición a Saakashvili. En 2008, Alasania era el representante de Georgia en la ONU y vivió la guerra desde Nueva York. "En este conflicto, la oposición y el Gobierno están unidos", señalaba. "A Occidente queremos decirle que podemos unirnos cuando hay una amenaza para la seguridad nacional; y a los rusos, que nunca aceptaremos la realidad que nos intentan vender, lo que nos quieren imponer", sentenciaba el político.

Por un día los sectores críticos con Saakashvili, que durante 100 días se manifestaron en su contra, dejaron en paz al presidente. Éste acudió al cementerio militar a recordar a los militares muertos en la guerra (172, entre soldados y policías) y luego viajó a Gori para inaugurar un memorial y asistir a un concierto sinfónico.

La estatua de Stalin, el paisano local más conocido en el mundo, preside todavía la plaza central de aquella ciudad. Allí precisamente se instaló un decorado de polietileno y cartón que imitaba el muro de Berlín e incluso una réplica del check point Charlie. Sobre el pseudomuro se dibujaron grafitis, incluidos insultos al jefe del Gobierno ruso, Vladímir Putin, y se colgaron fotografías de la destrucción (mayoritariamente reparada) causada por las bombas rusas en la guerra de agosto. Los georgianos opinan que la operación bélica lanzada por Saakashvili sobre Tsjinval, la capital surosetia, no debe ser vista como una agresión a población civil, sino una respuesta ante la agresión y provocaciones de Rusia.

En su avance desde Osetia del Norte, las tropas rusas cruzaron la demarcación territorial de Osetia del Sur, ocuparon Gori, destruyeron el puerto de Poti y llegaron hasta Igoeti, a 30 kilómetros de Tbilisi. Posteriormente, y gracias a los acuerdos concertados con la mediación del presidente francés, Nicolas Sarkozy, Rusia retiró sus tropas al interior de Osetia del Sur. Tras reconocer a Osetia del Sur y Abjazia, Moscú considera las demarcaciones administrativas de esos territorios como fronteras internacionales. En torno a Osetia del Sur y Abjazia, en zona controlada por Georgia, circulan desde septiembre pasado las patrullas de la Misión de Observadores de la Unión Europea (EUMM), cuyo mandato ha sido prolongado hasta septiembre de 2010. En vísperas del aniversario, la EUMM incrementó el patrullaje, exhortó a la calma y recordó que para resolver los problemas entre las partes hay un mecanismo de prevención de incidentes creado bajo la égida de la misión.

A lo largo del camino entre Tbilisi y Gori se alinean los poblados donde viven los georgianos que se vieron obligados a huir de Osetia del Sur. La precariedad de estos asentamientos contrasta con la solidez y buena construcción de los cuarteles militares en las inmediaciones de Gori. En Tserovani, uno de los asentamientos de desplazados, Zoia nos mostraba los techos despegados, las canalizaciones averiadas, los grifos que chorrean continuamente y las manchas negras de humedad que se extienden por las paredes. Zoia huyó de Achabeti, uno de los pueblos georgianos destruidos durante la guerra.

Los desplazados reciben comestibles, pero se necesita un milagro para subsistir con la subvención de 28 laris (unos 12 euros) que les dan si formalizan sus papeles.

El concepto de Georgia como victima era también la idea central en torno a la cual se montó una exposición en el centro de Tbilisi. En ella, incluso la unión voluntaria de Georgia a Rusia en el siglo XVIII figuraba como un acto de ocupación. En la misma longitud de onda se habían confeccionado otros apartados, como el de abril de 1989, cuando soldados soviéticos reprimieron un mitin en Tbilisi y causaron la muerte de varios civiles.

"Eran soldados rusos bebidos", decía una mujer que llevaba a sus tres niños a visitar la muestra. "En 1989 todavía existía la Unión Soviética, ¿cómo sabe que eran rusos y no bielorrusos, kazajos o ucranios?". "Por sus rasgos eslavos", afirmaba segura la mujer. Su hijo, Luca, de 11 años, afirmaba rotundamente que de mayor quiere ser militar: "Para echar a los ocupantes de nuestro territorio".

Un grupo de personas observa el mural fotográfico colocado en el centro de Tbilisi realizado con imágenes del conflicto que el año pasado enfrentó a Georgia con Rusia.
Un grupo de personas observa el mural fotográfico colocado en el centro de Tbilisi realizado con imágenes del conflicto que el año pasado enfrentó a Georgia con Rusia.AFP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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