Siria ya no es un Estado paria
Sólo en Israel sigue hablándose del eje del mal, la entelequia forjada por el presidente George Bush que en Oriente Próximo enlaza Teherán, Damasco y Gaza. Pero con Barack Obama, el engranaje maligno cuenta con una ocasión para rehabilitarse, y Siria, pieza clave del engranaje, marcha un paso por delante. Sus esfuerzos por quebrar el cerco económico, político y diplomático rinden beneficios. No sin concesiones. La bandera de Líbano ondea desde ayer en la Embajada de este país en Damasco por primera vez desde la fundación, hace 66 años, del país ideado por Francia para la minoría maronita. No es un paso cualquiera para Siria, que siempre consideró al pequeño Estado mediterráneo parte de su soberanía.
Los países árabes quieren aprovechar la nueva coyuntura que forja Obama
En septiembre de 2007, una supuesta instalación nuclear fue bombardeada por Israel en Siria y el Gobierno de Bachar el Asad apenas emitió algo más que gruñidos, para dejar paso a las negociaciones indirectas de paz con Israel. En abril de 2005, Damasco fue forzado a retirar sus tropas de Líbano por mandato de la ONU dos meses después del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri. El asedio estadounidense se tornó un peligro para la estabilidad del régimen alauí.
El cambio es evidente. El senador estadounidense John Kerry visitó Damasco y dos enviados del Departamento de Estado y la Casa Blanca (Jeffrey Feltman y Dan Shapiro) siguieron sus pasos días atrás. Los gestos se multiplican. Asad viajó la semana pasada a Riad después de cuatro años de enemistad entre Arabia Saudí y Siria, surgida tras el asesinato de Hariri, gran protegido de la monarquía saudí. "La reunión marcó el fin de la distinción entre países moderados y extremistas", escribía el analista israelí Zvi Bar'el. Aunque la etiqueta de extremista se aplicaba a Siria, y no el régimen de Riad. Pero hay más. Reino Unido anunció el 5 de marzo que restablecía contactos con Hezbolá, el partido-milicia chií libanés.
Los países árabes, que consideran una amenaza el programa nuclear iraní y las injerencias de Teherán en los territorios palestinos, han captado la nueva coyuntura que forja Obama. Es imprescindible la unidad. Por ello Egipto presiona como nunca a Hamás y Al Fatah para imponer la reconciliación. La cumbre de la Liga Árabe que se celebra a fin de mes en Qatar será un termómetro para comprobar si las divisiones se han restañado. Recordarán la propuesta de 2002: reconocimiento de Israel a cambio del fin de la ocupación de Cisjordania y Gaza. "Los resultados de las elecciones israelíes han dejado claro a los líderes árabes que pueden presentar un bloque árabe moderado frente a un Israel de extrema derecha", dice Bar'el.
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