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París indemnizará a los afectados por más de 200 pruebas nucleares

El ministro de Defensa anuncia que estudiará los casos de Mururoa y Argelia

Antonio Jiménez Barca

Francia reconoció ayer formalmente la relación existente entre las 210 pruebas nucleares que realizó en el Sáhara y el Pacífico y las enfermedades que sufren cientos de soldados y civiles que participaron en ellas. París se comprometió a indemnizar a las víctimas de las explosiones atómicas, y dedicó a ello una partida inicial de 10 millones de euros en 2009. Cerca de 150.000 trabajadores colaboraron en esas pruebas.

Una funcionaria de la Comisión de Energía Atómica, que estuvo presente en dos pruebas nucleares en el atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa, en 1982 y 1983, describía ayer en el periódico Le Figaro la rocambolesca situación: "En el mismo sitio donde se habían producido las explosiones nos bañábamos después, dos o tres veces al día, nos tirábamos de cabeza o hacíamos esquí náutico. No teníamos ninguna conciencia del peligro. Y eso que cumplíamos todas las normas de seguridad que nos ordenaban: no comer pescado, ni cocos, nos duchábamos después de bañarnos y nos secábamos con un pareo". Veinte años después, esta secretaria contrajo un cáncer de tiroides y acusó al Estado por su enfermedad. Ahora confía en que la medida anunciada ayer por el ministro de Defensa, Hervé Morin, para resarcir a los afectados por las pruebas nucleares le compense algo el sufrimiento.

Morin adelantó que el Estado francés va a destinar 10 millones de euros para indemnizar a las personas que enfermaron por las más de 200 pruebas nucleares que Francia llevó a cabo, primero en Argelia (17) y luego en el Pacífico (193), entre los años 1960 a 1996. El ministro de Defensa calcula que los afectados ascenderán a "algunos centenares" de personas. En teoría, podrían ser muchos más: alrededor de 150.000 trabajadores, tanto militares como civiles, colaboraron en esos ensayos, sin contar con la población local. De ahí que, aunque la medida fue saludada como un "avance" por las asociaciones de veteranos, fue acogida con ciertas reservas.

Morin precisó que cada caso se estudiará de una manera independiente. "Habrá una comisión, integrada por médicos y presidida por un magistrado, que examinará cada caso. Si éste es aceptado, la reparación del perjuicio será integral. Las 18 enfermedades que se incluyen están inspiradas en un informe de la ONU", aseguró el ministro. Con todo, sentenció: "Trece años después de que pararan las pruebas nucleares era necesario que Francia quedara en paz consigo misma por este tema".

El presidente de la Asociación de Veteranos de Pruebas Nucleares, Michel Verger, calificó la medida de "avance no desdeñable", pero añadió que hay puntos "que deben ser mejorados".

Otro de estos veteranos militares que presenció estas venenosas pruebas atómicas comentaba en el periódico citado que en 1966 estaba embarcado en el portaaviones Foch, en el Pacífico, y que los mandos invitaban a subir al puente de mando en cuanto la bomba explotaba o estaba a punto de explotar: "Nos colocábamos los brazos en los ojos para cubrirnos y así evitar el deslumbramiento, nos poníamos de espaldas a la bomba, pero debíamos darnos la vuelta inmediatamente después para admirar la potencia de Francia".

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Explosión nuclear en el atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa, en 1971.
Explosión nuclear en el atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa, en 1971.AP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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