Merkel y Sarkozy quieren un núcleo duro
La propuesta de Francia y Alemania apuesta por la unión fiscal y laboral en la UE - París y Berlín proponen a Van Rompuy un presidente permanente para el euro
La carta prometida el lunes por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, dada a conocer ayer, detalla algo más la propuesta de reforma de la Unión Europea que el eje franco-alemán llevará a la cumbre de Bruselas este fin de semana. París y Berlín llaman al Consejo a tomar, "con toda urgencia y sin dilación", las "medidas necesarias para estabilizar la zona euro y superar la crisis actual", y proponen una "nueva unión para la estabilidad y el crecimiento" para los 17 países del euro, sin descartar a los otros 10 miembros de la UE. Si estas medidas no son efectivas, dijo ayer Sarkozy, Europa corre el riesgo "de explotar".
Esta nueva unión, afirma la carta, se asentará en una "arquitectura institucional reforzada", dirigida por un "presidente permanente" de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del euro que se reunirá "de forma regular, al menos dos veces al año". Por debajo, se formará un "eurogrupo ministerial" que aplicará las decisiones de la cúpula y asegurará su funcionamiento ordinario.
Los dos dirigentes reiteran que el pacto "está abierto a todos"
La moneda única, dicen, exige reglas más ambiciosas para los Estados
Quizá la mayor novedad es que París y Berlín ponen por escrito, por primera vez, su propuesta de un salto adelante de la zona euro según el principio de la cooperación reforzada (los acuerdos entre grupos de países): ambos apoyan la "creación de un nuevo marco jurídico común, plenamente compatible con el actual mercado interior", que permita a los países del euro "progresar más rápidamente". La duda es si ese rediseño, en el que Berlín y París vislumbran, de momento, "al menos a los países del euro", podría llegar o no a desembocar en un núcleo selecto de naciones con leyes convergentes en algunos campos. La carta cita los siguientes: regulación financiera; mercado de trabajo; políticas de ayuda al crecimiento con un mejor uso de los fondos europeos y armonización del impuesto de sociedades e instauración de una tasa sobre las transacciones financieras [Irlanda tiene un impuesto de sociedades del 12,5%, que atrae inversores frente a otros países con la tasa más elevada, como España (30%), mientras la media en la UE es del 23,2%].
Los dirigentes conservadores parecen anticipar el malestar de las instituciones al reiterar que el pacto está "abierto a todos" y no supondrá un menoscabo de la Comisión: "Nos esforzaremos para que los Estados que tengan la voluntad y la capacidad de participar puedan hacerlo y que las instituciones europeas puedan jugar un papel importante", enfatizan. En otro pasaje, muestran su "firme voluntad de asociar plenamente a la Comisión Europea" en la nueva arquitectura, así como al Parlamento Europeo y a los parlamentos nacionales.
Como ya se anunció, las cumbres de la zona euro tendrán periodicidad mensual mientras dure la crisis; servirán para fijar "las orientaciones estratégicas de las políticas económicas y presupuestarias de la eurozona". Este punto es una venia de Merkel a Sarkozy, quien ha vinculado muy estrechamente (incluso en el tiempo) la salida de la crisis europea con su reelección. En Francia nadie duda de que una cumbre mensual dedicada a salvar al euro será un gran escaparate electoral para el presidente-candidato.
La pareja, más conocida como Merkozy, justifica además la reforma en un fracaso histórico: la Unión Económica y Monetaria ha evidenciado "lagunas que deben ser remediadas", dicen, "y al lado de la moneda única necesitamos un pilar económico sólido", "una gobernanza reforzada" para asegurar "la disciplina presupuestaria, un crecimiento más fuerte y una mayor competitividad". Esto implica "reglas más ambiciosas y severas para los Estados miembros" que ayuden a corregir las políticas económicas y presupuestarias que no están saneadas "antes de que se conviertan en una amenaza para la estabilidad de la eurozona". Esas reglas son:
- Trasposición de las normas de equilibrio presupuestario del Pacto de Estabilidad a un nivel constitucional o equivalente, con una nueva ley que precisará "las exigencias mínimas".
- El Tribunal Europeo de Justicia, a petición de la Comisión o de un Estado miembro, podrá verificar si la transposición al marco nacional es adecuada.
- Los Parlamentos nacionales deberán tener en cuenta las recomendaciones adoptadas a nivel europeo.
Merkel y Sarkozy recuerdan que los déficits superiores al 3% deben ser corregidos, y que los presupuestos nacionales podrán serán examinados ex-ante. Si la Comisión establece que las cuentas sobrepasan el déficit máximo, el país sería sancionado de forma automática, a menos que decida lo contrario "una mayoría calificada del Eurogrupo". Con tono perentorio, París y Berlín anuncian que algunas "circunstancias excepcionales" serán tomadas en cuenta a la hora de rechazar una sanción: el Estado incumplidor será obligado a firmar un pacto de "cooperación europea para la reforma" aprobado en el Eurogrupo (por mayoría calificada a la inversa), y la Comisión podrá intervenir "con intensidad creciente en los derechos" de ese Estado.
Las sanciones y etapas que decida la Comisión deberán ser adoptadas por el Consejo, pero este podrá negarse si lo quiere así una mayoría calificada. "Mayoría calificada" es una de las expresiones más citadas en la carta. Las dos mayores potencias de la UE parecen hartas de que un pequeño país tenga derecho a bloquear decisiones cruciales.
Sobre el nuevo Mecanismo de Estabilidad, el MEDE, la entrada en vigor será en 2012, y no en 2013. La toma de decisiones se hará por "supermayoría", equivalente al 85% del capital suscrito en el Banco Central Europeo. Esa es la única referencia que la carta de cuatro folios dedica al BCE. Sobre los eurobonos, ni una palabra.
París y Berlín dejan claro que el caso griego fue "excepcional" en lo que concierne al sector privado; en otras palabras, los bancos no perderán nunca más su dinero si un Estado no puede pagar sus deudas. Y, por si quedaran dudas, "todos los demás miembros de la zona euro se reafirman en su determinación inflexible a honrar sus deudas soberanas". La eurozona, finaliza la carta, se someterá a las prácticas del Fondo Monetario Internacional.
Las cumbres europeas para salvar el euro
La crisis que arrancó en 2008 ha centrado la mayoría de los consejos ordinarios y varias cumbres de los jefes de Estado y del Gobierno de la UE. Las más importantes del último año han sido las siguientes:
- 28 y 29 de octubre de 2010. El Consejo Europeo aprobó la propuesta alemana de retocar el Tratado de Lisboa para proteger al euro de una eventual crisis de insolvencia y hacerlo compatible con la cláusula de "no corresponsabilidad financiera". La creación de un mecanismo permanente de crisis, impulsado por la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, implica la primera modificación del Tratado de Lisboa. Se aplaza unos meses el castigo de la retirada del derecho de voto a los países que incumplan el Pacto de Estabilidad. Merkel insiste en que "una política que pone en peligro al euro en su conjunto pone en peligro a la Unión Monetaria y pone en tela de juicio los principios de la Unión Europea".
- 16 y 17 de diciembre de 2010. El Consejo Europeo se reúne para crear un fondo permanente de estabilización financiera para la eurozona, llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), y establece el compromiso de aplicar las recomendaciones en materia fiscal y corrección de los déficits.
Reacción de los mercados. El euro se desploma, porque los líderes de la UE no ofrecen un plan sustantivo para ayudar a las economías más débiles del bloque.
- 11 de marzo de 2011 (reunión previa) y 24 y 25 de marzo de 2011. El Consejo Europeo aprueba el Pacto del Euro y la creación del MEDE, un fondo de rescate con un capital de 700.000 millones de euros, que entrará en vigor en 2013. El Pacto del Euro es una versión suavizada del Pacto de Competitividad promovido por Alemania como condición para aceptar un aumento del fondo de rescate para los países con dificultades. El objetivo es fomentar la competitividad para afrontar la crisis de la deuda en la eurozona, a partir de compromisos de flexibilidad laboral, moderación salarial y contención del gasto público. Los líderes europeos retrasan a junio el refuerzo del mecanismo de rescate, considerado urgente por Portugal y España.
Reacción de los mercados. Gran desplome de la deuda y el rescate de Portugal el 4 de mayo de 2011.
- 21 de julio de 2011. Cumbre extraordinaria de líderes europeos para aprobar el segundo rescate a Grecia por valor de 109.000 millones de euros para el periodo 2011-2014, de los que 49.600 millones provendrán del sector privado. El Consejo anuncia que presentará en octubre un programa para la salida de la crisis de la deuda soberana.
Reacción de los mercados. Los mercados anticipan un resultado positivo antes de la conclusión de la cumbre, aunque la euforia se disipa.
- 23 de octubre y 26 de octubre de 2011. Las tres principales conclusiones de las dos reuniones que celebraron en Bruselas los líderes de la zona euro fueron: una quita de la deuda griega del 50%, el aumento hasta un billón de euros de la efectividad del fondo de rescate para los países con problemas y un compromiso de recapitalización de la banca europea. La hoja de ruta de una reforma de la gobernanza europea y el avance hacia una unión fiscal se postergaron hasta el Consejo Europeo de diciembre, insistiendo en que solo requeriría reformas limitadas del tratado. Aumenta la tensión entre los miembros del euro y los otros 10 países de la UE.
Reacción de los mercados. Tras un optimismo inicial, la Bolsa de Milán cerró con el peor resultado de las plazas más importantes de Europa, con su índice selectivo en retroceso del 1,78%.
Cooperación reforzada
Este instrumento recogido en el Tratado permite una colaboración más estrecha entre los países que desean profundizar en el proceso de integración. Los Estados interesados pueden avanzar
a ritmos más rápidos respetando unas condiciones: que haya un mínimo de nueve Estados, que no sea de competencia exclusiva comunitaria y que respete los tratados y el acervo comunitario. No puede perjudicar al mercado interior ni a la cohesión económica y social. Las decisiones adoptadas en el marco de una cooperación reforzada solo afectarán a los Estados participantes.
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