Irlanda del Norte estrena la paz
Unionistas y republicanos comparten un Gobierno formado por antiguos enemigos irreconciliables
La historia se dio ayer cita en el palacio de Stormont, en el este de Belfast. Entre palabras rimbombantes y relajantes explosiones de risa, los enemigos irreconciliables de Irlanda del Norte, el unionista radical Ian Paisley y el número dos del Sinn Fein, el brazo político del IRA, Martin McGuinness, dejaron de serlo al plasmarse la formación de un Gobierno compartido de católicos y protestantes encabezado por los dos partidos más distantes, los que más se odiaban entre sí, los que hace un tiempo sólo se deseaban la muerte. "Es una lección para los conflictos de todas partes", sintetizó el primer ministro británico, Tony Blair, invitado de honor. Paisley, desde ayer ministro principal de la provincia, afirmó que Irlanda del Norte "entra en una era de paz".
A diferencia de lo que casi siempre ocurre en Irlanda del Norte, esta vez todos parecían contentos y relajados. Hubo casi tanta naturalidad como trascendencia histórica. La primera se reflejó en los chistes, como el que el nuevo ministro principal de la provincia, Ian Paisley, contó a costa de Blair: "Hay un joven de 54 años a punto de irse y un hombre de 80 que acaba de empezar", espetó Paisley cuando, nada más jurar su cargo, ofreció una taza de té en su despacho a los dos primeros ministros, al ministro británico para Irlanda del Norte, Peter Hain, y a su número dos, o más bien segundo entre iguales, el republicano Martin McGuinness. Se refería a la inminente dimisión de Blair como primer ministro británico, que se espera que éste anuncie mañana y haga efectiva en junio.
Los chistes tienen importancia porque dan testimonio de esa chispa que todo el mundo dice que rodea a la relación entre Paisley y McGuinness. Encarcelado el primero en 1969 por instigar la violencia de los protestantes contra los católicos. Encarcelado el segundo dos veces en los años setenta por practicar directamente esa violencia contra los protestantes. Ayer, ambos pronunciaron el juramento que les obliga a acatar el imperio de la ley y actuar con imparcialidad. Es decir, sin beneficiar a los propios y perjudicar a los ajenos.
Paisley, orador entrenado en centenares de sermones, apeló a la Biblia nada más empezar -"nunca sabemos lo que nos trae un nuevo día"- para explicar que él habría sido el primer sorprendido si hace no tanto tiempo le hubieran dicho que iba a hacer lo que acababa de hacer: ponerse de acuerdo con sus antiguos archienemigos. "No he cambiado mi unionismo", aclaró, "pero estamos haciendo juntos una declaración, estamos todos construyendo una Irlanda del Norte en la que podemos vivir todos en paz". "Hay un tiempo para el amor y un tiempo para el odio; un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz", acabó parafraseando al rey judío Salomón -una cita que Gerry Adams había utilizado hace unos meses- para añadir de su propia cosecha: "Un tiempo en el que ya no impera el odio".
Martin McGuinness, siempre más comedido cuando toca la oratoria, le deseó a Paisley "lo mejor mientras damos este paso hacia el mayor y más excitante cambio de nuestras vidas", y reconoció que ese paso lleva "a un camino lleno de curvas, pero es el camino que hemos elegido y que apoya la gran mayoría de nuestros seguidores".
Tony Blair, que ayer disfrutó quizás del momento cumbre de sus 10 años como primer ministro de Reino Unido, recordó a muchos de los que contribuyeron en el pasado para que llegara este momento y afirmó que, a pesar de todos los problemas, el proceso de paz en Irlanda del Norte conlleva "una lección para conflictos en cualquier sitio para definir el adecuado marco político desde el que sólo a través de la política puede venir la paz y ser duradera".
Su homólogo irlandés, Bertie Ahern, admitió: "No podemos deshacer nuestro triste y turbulento pasado y ninguno de nosotros puede olvidar las muchísimas víctimas de los disturbios, pero podemos dar forma a nuestro futuro de una manera nueva y mejor y al hacerlo podemos dejar atrás para siempre nuestras divisiones".
Tras los históricos acontecimientos de ayer, Irlanda del Norte vuelve a tener un Parlamento y un Gobierno autónomos. A diferencia de lo que ocurrió en el que estuvo vigente entre 1999 y 2002, éste cuenta con el respaldo de los dos grandes partidos, no uno sólo, y llega cuando el IRA ya se ha desarmado y el Sinn Fein ha acatado a la policía y el sistema judicial de Irlanda del Norte.
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