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Ola de cambio en el mundo árabe | La situación, vista desde Teherán

Irán observa la crisis egipcia como una reedición de su revolución islámica

Teherán considera que los cambios en el mundo árabe perjudicarán a Israel

Ángeles Espinosa

Las revueltas de Túnez y Egipto han sorprendido tanto a Teherán como a Washington o a Bruselas. Pero los dirigentes iraníes no se han dejado amilanar. De inmediato han salido en apoyo de los levantamientos populares, los primeros en hacerlo, y han tratado de dibujarlos como una reedición de su agotada revolución islámica. "Escuche a su pueblo", aconsejan a Mubarak como si ellos no hubieran suprimido a sangre y fuego a las protestas que siguieron a la reelección de Mahmud Ahmadineyad en 2009. Están convencidos de que sea cual sea el resultado de los cambios en el mundo árabe, beneficiarán a Irán y perjudicarán a Israel, su principal rival en la región.

Para el líder de la plegaria del viernes en la Universidad de Teherán, el ayatolá ultraconservador Ahmad Jatamí, las revueltas árabes significan el nacimiento de un "Oriente Próximo islámico" basado en los principios de la religión y la democracia. Tanto los políticos como los militares más conservadores se han hecho eco de esa interpretación que intenta establecer una afinidad ideológica entre la revolución islámica de 1979 en Irán, de la que estos días se celebra el aniversario, y los deseos de cambio que reclaman egipcios y tunecinos, entre otros.

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Poco importa que la de Túnez haya sido una rebelión popular sin el impulso de partido político o religioso alguno. O que en Egipto los propios Hermanos Musulmanes hayan reconocido que solo son un elemento más de la protesta, que no ha habido ninguna ideología política ni religiosa detrás y que no quieren "un Estado islámico, sino uno civil del que formen parte". Teherán subraya que el descontento se dirige hacia líderes laicos, apoyados por Occidente, con la esperanza de que su alternativa abra las puertas a fuerzas islamistas que puedan convertirse en potenciales aliados como Hamás en Gaza o Hezbolá en Líbano.

Incluso si el resultado del cambio en el mundo árabe no fueran unos regímenes islamistas amigos, la República Islámica siente que tiene poco que perder. Tal como han revelado los cables secretos del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks y difundidos por EL PAÍS, la mayoría de sus vecinos árabes recelan de las intenciones de Teherán y apoyan su creciente aislamiento internacional. Un cambio les daría una oportunidad de empezar de cero. Y con un poco de suerte, mientras EE UU esté ocupado en El Cairo, tal vez se olvide de su desafío nuclear.

Por otro lado, y aunque no sea el eje de las protestas, resulta indiscutible que, a diferencia de sus Gobiernos, la mayoría de los árabes se muestran muy críticos con la situación de Palestina y el comportamiento de Israel. Cualquier sistema que refleje esa realidad servirá para reafirmar las tesis oficiales iraníes de rechazo al Estado judío.

No lo ve igual el líder de la oposición reformista Mir Hosein Musaví. "El punto de partida de lo que estamos viendo en las calles de Túnez, Sanaá, El Cairo, Alejandría y Suez está en las protestas iraníes ", ha escrito en Kaleme, su sitio web. Musaví, al que muchos iraníes consideran el verdadero ganador de aquellos comicios, atribuye la rabia de los manifestantes árabes a la "ineficacia y corrupción en sus Gobiernos", un sentimiento que también está presente en su país.

De hecho, en los blogs y los foros de Internet se detecta cierta envidia de los jóvenes iraníes, quienes, nada más triunfar la revuelta tunecina, jugaron con los sonidos para acuñar "Tunes tunes, Iran na tunes" (Túnez pudo, Irán no pudo). En algunas paredes de Teherán también han aparecido pintadas que dicen "Hoy Ben Ali, mañana seyed Ali", en referencia al líder supremo, Ali Jameneí. Y se ha abierto un debate sobre la conveniencia de utilizar las concentraciones previstas para el aniversario de la revolución, el próximo día 11, para volver a manifestarse, algo que no sucede desde hace 13 meses.

"Si el sistema está realmente en contra de la dictadura, que autorice una marcha pacífica del movimiento verde para ver si su situación es mejor que la de Túnez o Egipto", ha retado Ardehsir Amir Arymand, el asesor jurídico de Musaví. La autoconfianza del régimen no da para tanto.

Mujeres iraníes, en la ceremonia del 32º aniversario de la revolución islámica de 1979.
Mujeres iraníes, en la ceremonia del 32º aniversario de la revolución islámica de 1979.AFP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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