Hamás, algo más que caridad
El hospital Al Jedma al Amma de Gaza es un ejemplo de la eficacia que ha permitido a los islamistas ganarse el apoyo de los palestinos
Nada se desdeña, salvo la inexistente ayuda de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Al Jedma al Amma es un hospital privado de la ciudad de Gaza inaugurado en enero. Su dirección, forzada por la carestía, aguza el ingenio. Lo dirige una asociación, Servicios Generales, controlada por Hamás. El dinero ha escaseado siempre. Desde 1993, cuando el movimiento fundamentalista dio el empujón a su red asistencial y se colocaron los primeros ladrillos de este hospital. "Emiratos Árabes y USAid financiaron su construcción. Las ayudas que recibimos proceden de las ONG. Care nos proporciona medicinas. Si se paralizan las donaciones, nos afectará mucho", comenta Manal Siam, directiva del centro. "Pero no creo que lo hagan. Sería absurdo: sufrirían los pacientes".
"Si se paralizan las donaciones, sufrirían los pacientes", asegura una directiva del centro
Servicios Generales cuenta con dos hospitales y 10 clínicas en la franja de Gaza. Pero la red montada por el Movimiento de Resistencia Islámica dispone de decenas de escuelas, orfanatos, centros educativos para mujeres adultas, residencias para ancianos, asociaciones de prisioneros, asociaciones juveniles; edita una revista para niños y el periódico Al Resala (El Mensaje). Es una de las claves de su incontestable victoria en las urnas el 25 de enero.
A la asistencia que prestan los militantes y simpatizantes de Hamás se añaden casos sangrantes protagonizados por funcionarios que sacan tajada de la necesidad ajena y que han labrado la imagen corrupta de la Autoridad Palestina. Los fieles islamistas no perdonan a Al Fatah, el partido gobernante, la ineficacia tras una década de administración. En el hospital no disponen de los medios para tratar adecuadamente a los enfermos de cáncer. Pero eso no es lo peor. "Los enfermos de cáncer que son trasladados a hospitales egipcios deben pagar mucho dinero. Y parte de esa cantidad se la apropian algunos intermediarios palestinos y egipcios".
En la franja de Gaza (45 kilómetros de norte a sur y entre 10 y 12 de este a oeste) malviven 1,4 millones de habitantes, el 80% de ellos refugiados. Y todo se acaba sabiendo. La mayoría de las familias tienen su origen en pueblos y aldeas del sur de Israel, de donde fueron expulsadas o huyeron en 1948. Casi todas se conocen desde hace décadas o al menos saben de sus ancestros. "La gente no es estúpida. Hamás es una parte muy importante del pueblo palestino, y su trabajo es muy apreciado por la población", agrega la directiva.
Lo único que abunda en el hospital es personal y dedicación. Un colectivo de 40 hombres y 55 mujeres trabajan a sueldo. Pero varias decenas de médicos pasan consulta tres horas al día (sin cobrar) para atender a las 5.000 personas que mensualmente acuden al hospital.
Al Jedma al Amma está reluciente. Y el trasiego de personas, sobre todo madres con sus hijos, es continuo. "Los enfermos vienen aquí porque saben que ofrecemos mejor atención que en los hospitales públicos. Lo único que no tenemos es unidad de cuidados intensivos", afirma Siam. Y los precios, además, se adecuan a los escasos recursos de los pacientes. "Financiamos el día a día con lo que cobramos a los enfermos, 20 shequels (3,50 euros) por consulta", asegura.
Y si los recursos no sobran, tampoco hay espacio que perder. Dar a luz cuesta sólo 200 shequels. "En el plazo de tres o cuatro horas después del parto, la madre abandona el hospital", comenta una enfermera. Ni un minuto ni un metro cuadrado pueden desperdiciar. Tampoco para difundir la ideología de los fundamentalistas. Junto a la cola de madres que aguardan turno con sus pequeños, un menor, ni siquiera adolescente, reparte Al Resala. No se esfuerza demasiado por cobrar el shequel que cuesta el periódico. Tampoco se trata de recaudar.
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