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Chávez enturbia la cita de Bush y Putin

Estados Unidos pretende frenar la venta de submarinos convencionales rusos a Venezuela

Antonio Caño

La venta de armas a Venezuela por parte de Rusia y la creciente vinculación de ese país con el Gobierno de Hugo Chávez se han convertido en temas de preocupación en Estados Unidos, que ha manifestado su malestar y ha advertido que las relaciones entre Rusia y Venezuela pueden ser un obstáculo más de cara a la importante cumbre que los presidentes George W. Bush y Vladímir Putin tienen prevista para el 1 y 2 de julio en Kennebunkport (Maine).

Fuentes oficiales estadounidenses que hablaron con EL PAÍS de forma anónima dijeron que las negociaciones en marcha para la adquisición por Venezuela de varios submarinos rusos -entre cinco y nueve-, unido al hecho altamente simbólico de que Putin reciba a Chávez en Moscú a finales de junio, justo antes de volar a EE UU, constituyen "asuntos serios que podrían ser motivo de discusión en Kennebunkport".

Putin quiere que EE UU respete el espacio de influencia geográfica de Rusia
Venezuela ha gastado en armas en sólo dos años unos 3.000 millones de euros

La cumbre Bush-Putin, que se celebrará en la residencia de verano del padre del presidente, estaba diseñada para salvar las importantes diferencias surgidas entre Washington y Moscú a raíz de los planes de la OTAN de construir un sistema antimisiles en países del Este de Europa. Nada peor que añadirle a esas complejas relaciones, ya afectadas también por las quejas estadounidenses sobre el retroceso democrático en Rusia, el espinoso asunto del papel desestabilizador que, a juicio de Washington, juega Chávez en América Latina.

Para EE UU resulta difícil obviar ese tema si, apenas horas antes de que Putin llegue a Kennebunkport, el presidente ruso se reúne con Chávez para tratar los últimos detalles de un contrato de submarinos que confirma la escalada armamentista en la que se encuentra Venezuela desde que Chávez llegó al poder.

En los últimos años, el negocio de armas de Rusia con Venezuela ha sido floreciente: 24 aviones de combate Sukhoi, 35 helicópteros y 100.000 fusiles de asalto AK-47. Unido a los barcos y aviones que Venezuela ha comprado en España y Brasil, se estima que Caracas ha gastado en armas en sólo dos años unos 3.000 millones de euros, con lo que se convierte, por supuesto, en el mayor comprador de América Latina, pero también en uno de los mayores del mundo, por encima de países en zonas de conflicto, como Irán o Pakistán.

Estas compras preocupan en Washington, que teme que otros países latinoamericanos, como Brasil, Colombia o Chile, se sientan forzados a seguir el sendero militarista emprendido por el régimen venezolano.

Pero más aún que esto, la Administración norteamericana está inquieta por la estrategia que la compra de armas a Rusia esconde. Las fuentes aseguraron que la voluntad de Chávez es -"como en Perú en los años setenta", durante el régimen militar de Juan Velasco Alvarado- la de romper los vínculos de sus fuerzas armadas con EE UU y crear un poder militar autónomo con ambición de, algún día, ser dominante en la región.

Venezuela, como la mayoría de los Gobiernos latinoamericanos, poseía hasta ahora armas norteamericanas, dependientes de los repuestos y la tecnología norteamericanas. Con la compra de armas a Rusia, explicaron las fuentes citadas, Chávez se asegura que los mandos militares tengan, a partir de ahora, que mirar hacia Moscú y no a Washington en busca de repuestos y asistencia técnica. Así, además de premiar a los militares con equipos modernos, se les interrumpe un canal de comunicación potencialmente peligroso para Chávez en términos políticos.

"La obsesión de Chávez es cortocircuitar ese entramado de fuerzas armadas, servicios de inteligencia y tecnología militar de donde cree que procede la mayor amenaza para su presidencia", añaden.

Aunque la justificación oficial del rearme es hacer frente a una posible invasión de EE UU, pese a que la Casa Blanca siempre ha negado esa hipótesis y nunca han existido indicios serios en ese sentido, fuentes norteamericanas creen que se trata de una estrategia para hacer de Venezuela, como Irán o India, una potencia regional.

En ese contexto, incluyen las fuentes los planes venezolanos de construir en Maracay la primera factoría en América Latina de fusiles rusos Kaláshnikov y su correspondiente munición. "Se trata de la misma munición que usan las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); si eso llega a ocurrir, será imposible seguir la pista del armamento de la guerrilla", temen los portavoces.

Otras fuentes muy implicadas en estos asuntos no descartan que, en la vía de provocaciones a Washington que Chávez viene recorriendo desde hace años, la próxima escala pueda ser la desestabilización de Colombia.

EE UU está, por tanto, muy interesado en romper el vínculo de Rusia con Chávez. Putin, que tampoco es un admirador confeso del presidente venezolano -todavía no ha visitado Caracas- pondrá una serie de condiciones. Una de ellas es que EE UU respete el espacio de influencia geográfica de Rusia. Tanto como ha molestado aquí la recepción de Chávez en el Kremlin, molesta en Moscú la bienvenida que Bush dará el próximo lunes al presidente de Estonia, Toomas Hendrik Ilves. Estonia y Rusia libran un duro litigio diplomático desde que ese país desmontó en abril la estatua de un soldado ruso que simbolizaba la ocupación soviética, según los estonios.

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