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NUEVA PRESIDENCIA EN COLOMBIA

Las FARC lanzaron 14 proyectiles contra el Congreso durante la investidura de Uribe

El atentado, que pretendía activar otras 140 granadas artesanales, causó 17 muertos y 67 heridos

Juan Jesús Aznárez

El terrorismo guerrillero que saboteó la investidura del nuevo presidente de Colombia, Álvaro Uribe, lanzando 14 proyectiles de 120 milímetros contra el recinto del Congreso que causaron 17 muertos y 67 heridos, pretendía activar otros 140 dispuestos en rampas. La detención de una persona que los disparaba por control remoto impidió, según fuentes policiales, una carnicería de mayores proporciones. El atentado ocurrió tres minutos después de que Uribe ingresara en el Parlamento y pronunciara su discurso de investidura.

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El nuevo jefe de Estado ofreció durante la toma de posesión un gobierno de autoridad, pero también la reanudación de las conversaciones de paz si la guerrilla renuncia a sus bárbaras prácticas, entre ellas los secuestros y los ataques indiscriminados. Parece que no entendieron el mensaje presidencial, reaccionó ayer Uribe.

El atentado que desafió al jefe del Estado a la misma hora en que asumía funciones por un período de cuatro años y propusiera nuevas conversaciones, con la mediación de la ONU, fue atribuido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), infiltradas también en la capital. Las negociaciones entre esta guerrilla, la más poderosa de América Latina, con 17.000 miembros en armas, y el Gobierno del presidente saliente, Andrés Pastrana, quedaron rotas a principios de años sin resultados. Uribe intentará un nuevo acercamiento combinando una ofensiva cívico-castrense y 'soluciones humanitarias, que liberen a secuestrados y que se den a partir de acuerdos que vislumbren la paz definitiva'.

Los 20.000 soldados y policías desplegados por Bogotá, los francotiradores apostados en azoteas y el avión espía norteamericano no pudieron evitar que las milicias urbanas de las FARC, según los datos disponibles, alquilaran una casa a dos kilómetros y medio del Congreso. En ella instalaron rampas de lanzamiento dirigidas hacia el centro de la ciudad y activaron 24 proyectiles con una radio de frecuencias. La vigilancia ciudadana, convocada ayer por Uribe, no funcionó, pese a que algunos vecinos confesaron haberse extrañado ante los diarios movimientos de una persona, el detenido, cargando equipos de soldadura.

Lluvia de proyectiles

Los invitados a la transmisión de mando, entre ellos el príncipe de Asturias, don Felipe, habían tomado asiento en el salón noble del legislativo cuando arrancó, en su exterior, la lluvia de proyectiles. Aislados, pocos supieron de su existencia en ese momento, a las 15.13 de este miércoles. Dos causaron daños en la sede presidencial e hirieron a cuatro policías. 'Quedamos desconcertados. Nunca había ocurrido esto en la capital. Pasó como el 11-S en Estados Unidos. No lo esperaban', admitió el general Héctor Darío Castro, jefe de la Policía Metropolitana.

Las dos personas que supuestamente activaron las rampas pudieron actuar orientadas en el tiempo por las cadenas de radio y televisión nacionales, que retransmitían en directo el acto de investidura y la llegada de Uribe en una camioneta blindada. Seis granadas no explosionaron y tres mataron a 11 mendigos al equivocar el rumbo y caer sobre un asentamiento de indigentes, en la calle del Cartucho, a cuatro manzanas del Parlamento y del palacio presidencial. 'Estábamos drogándonos y tomando aguardientico cuando escuchamos los zumbidos', relató uno de los 200 habitantes de unas callejuelas tan insalubres como Cité Soleil, de Puerto Príncipe. 'Aquí todos somos viciosos, pero inocentes'.

La onda expansiva originada por el estallido de granadas artesanales de 120 milímetros, catapultadas desde morteros construidos en tubos de dos metros y medio, redujeron a escombros varias chabolas y demostraron el reto asumido por Uribe. 'Estábamos unos 80 compañeros donde llegaron los rockets', recordó otro mendigo. Los proyectiles, también de fabricación casera pero con una gran capacidad destructiva, fueron disparados sin importar su imprecisión ni la muerte de civiles, entre ellos tres niños, según destacó el general Castro. 'Lanzan la granada y no saben adónde va a caer. Te lanzan 50 y si una cae en la Casa de Nariño , pues el resto no les importa', denunció el jefe de la policía capitalina.

El lanzamiento de varios artefactos contra una escuela de cadetes del norte de Bogotá, tres horas antes de la investidura, movilizó a la policía y permitió la posterior detención de una de las dos personas, un hombre y una mujer, supuestamente pertenecientes a las FARC. 'Este acto de terrorismo urbano es una barbarie, una infamia contra la población civil. Podían haber muerto entre 200 y 300 personas si llegan a disparar los 150 cohetes', lamentó el alcalde, Antanas Mockus, que ofreció una recompensa de 100.000 dólares a quien aporte datos sobre la red que facilitó los atentados.

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