Zapatero promete ser "neutral" si hay más de un candidato para sucederle
El presidente evitará apuestas como la que hizo en Madrid - "Si hay competición, decide el militante", dice su entorno
José Luis Rodríguez Zapatero promete mantener una "estricta neutralidad" si se presenta más de un candidato en las elecciones primarias que el PSOE convocará tras las elecciones municipales del 22 de mayo y en las que se elegirá al sucesor para aspirar a la presidencia del Gobierno en los comicios generales de 2012. "En caso de competición decide el militante", señalaron ayer fuentes de su entorno.
Zapatero mantiene una excelente relación política y personal tanto con Alfredo Pérez Rubalcaba como con Carme Chacón, los dos dirigentes socialistas con más posibilidades, en este momento, para optar por la sucesión del presidente del Gobierno en el PSOE. Con Pérez Rubalcaba, que pertenece a su círculo político de confianza más inmediato, como número dos del Gobierno, habla varias veces al día. Es junto con el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, su colaborador político más inmediato.
Zapatero compartió con Rubalcaba las grandes decisiones de sus dos mandatos
Dejó su neutralidad en las primarias de Madrid al apostar por Jiménez
Ha sido así en los siete años de Gobierno de Zapatero, mucho antes de que el presidente consagrara oficialmente a Pérez Rubalcaba como número dos del Ejecutivo con la remodelación de su gabinete el pasado octubre. Con él ha compartido las grandes decisiones políticas de la primera y segunda legislatura: reformas autonómicas, proceso de paz en Euskadi, reformas económicas...
"Es una relación a prueba de bombas", suele decir Zapatero de Rubalcaba, en una alusión poco velada a los momentos difíciles que atravesaron durante el diálogo con ETA. Zapatero no oculta a los más próximos la tranquilidad que le supone tener a Rubalcaba muy cerca.
En cuanto a Chacón, Zapatero ha cuidado minuciosamente su carrera política. La nombró vicepresidenta primera del Congreso en su primera legislatura como presidente del Gobierno. En su último tramo, la designó ministra de Vivienda y en esta segunda legislatura, titular de Defensa, con toda la proyección institucional que ese cargo conlleva.
Zapatero no oculta la importante complicidad tanto política como personal existente con Chacón, que arranca desde la constitución de Nueva Vía, en la primavera de 2000, la plataforma de apoyo que coadyuvó a su victoria como secretario general del PSOE. Chacón pertenece, también, al grupo reducido de dirigentes socialistas a los que Zapatero comunicó su decisión de no presentarse a un tercer mandato, lo mismo que José Bono, Blanco, Pérez Rubalcaba y posteriormente, Manuel Chaves y Cándido Méndez. En el caso de Chacón lo hizo en febrero y lo revalidó en una cena en La Moncloa hace menos de un mes.
Zapatero, según señalan fuentes de su entorno, no tiene intención alguna de decantarse por nadie en el caso de que ambos o un tercero confirmen su presentación como candidatos a las elecciones primarias del PSOE. Para el presidente del Gobierno, esa posición responde a una cuestión de principios y, también, a su propia experiencia. Zapatero siempre ha repudiado el procedimiento de elección de Mariano Rajoy como sucesor de José María Aznar como candidato del PP a la presidencia del Gobierno. Siempre sostuvo que la falta de autoridad de Rajoy en el PP radica en que fue designado "a dedo" por Aznar y no por las bases de su partido.
Y que de esa falta de legitimidad interna proceden muchos de los problemas políticos de Rajoy, incluida su persistente mala imagen política. Zapatero suele comentar que alguien que no es reconocido por las bases de su propio partido, difícilmente puede ser reconocido por la sociedad.
Y siempre ha opuesto ese procedimiento de elección al más democrático del PSOE y a su propia experiencia, su elección como secretario general en un Congreso con cuatro candidatos, que le otorgó una fuerte legitimidad y autoridad ante la dirección del partido y las bases desde julio de 2000 hasta hoy.
Ayer lo volvió a recordar en el mitin de Murcia. Aunque no siempre ha mantenido esa "estricta neutralidad" que ahora promete en competiciones internas de su partido.
Zapatero rompió, al menos una vez, esa norma. Fue el pasado verano cuando el secretario general del PSM, Tomás Gómez, optó por presentarse como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid contra la voluntad del vicesecretario general de la Ejecutiva federal del PSOE, José Blanco.
Blanco, con los datos de las encuestas en la mano, apostaba por la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, cuya candidatura, en nombre del PSOE, valoraba que podía quebrar la mayoría absoluta actual en Madrid de la presidenta del PP, Esperanza Aguirre.
Zapatero se dejó convencer por Blanco, pensando en la importancia estratégica de Madrid en las elecciones municipales y autonómicas del 22-M, y accedió a tratar de disuadir a Gómez de que no se presentara y cediese el paso a Jiménez. Llegaron a utilizar de mediador, sin éxito, a Manuel Chaves, el presidente del partido.
Pero Zapatero, en cuanto comprobó la tenacidad de Gómez por defender su candidatura, desistió. Aunque el daño ya estaba hecho para Zapatero. Gómez pudo presentarse ante las bases socialistas de Madrid como el candidato rebelde frente al aparato (aunque él era el responsable del aparato regional) y frente al propio secretario general de la Ejecutiva federal, lo que facilitó su victoria sobre Trinidad Jiménez. Aquella situación descolocó a Zapatero al contraponerlo contra su propia trayectoria y sus convicciones.
Esta experiencia confirmó a Zapatero en sus principios sobre los procedimientos abiertos de elección interna, con igualdad de oportunidades para todos los contendientes.
Precisamente, el de la igualdad de oportunidades, es otro de los argumentos potentes de Zapatero a favor de las elecciones internas en el PSOE. Suele recordar, con frecuencia, las dificultades que han solido tener en el PSOE los militantes jóvenes para acceder a responsabilidades importantes y cómo su victoria en las primarias de julio de 2000 facilitaron la irrupción, en una tacada, de toda una nueva generación socialista, entre los 30 y 40 años, a las principales responsabilidades.
Zapatero no cree que el anuncio de su retirada como candidato a un tercer mandato abra el debate sucesorio y perjudique su tarea prioritaria: culminar el proceso de reformas en el año de Gobierno que le queda.
El presidente del Gobierno, según su entorno, cree que lo que interesa de verdad a los ciudadanos es culminar el proceso de reformas para facilitar el crecimiento y la creación de empleo y que el debate sucesorio "se mueve en el terreno de la superestructura". Y que le gusta sobre todo a los medios de comunicación.
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