¡Devolved la voz a El Cabanyal!
Unos treinta arquitectos se reúnen con los vecinos del barrio de Valencia para protestar contra el derribo de su centenaria lonja
Cerca de una treintena de arquitectos se trasladaron en la noche de ayer desde el moderno Palacio de Congresos de Valencia a la centenaria lonja de El Cabanyal para mostrar su apoyo a los vecinos. Iluminados sólo por una tenue luz de un proyector y en medio de los trastos desperdigados por la nave central, los asistentes leyeron un manifiesto por "un cambio de modelo en la intervención, que devuelva la palabra a la ciudadanía" y reclamaron que "se detengan los derribos".
Alrededor de las 23.00, algunos nombres ilustres de la profesión criticaban el proyecto de la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, que prevé alargar la avenida Blasco Ibáñez hasta el mar, a costa de más de 1.600 viviendas y del símbolo de este barrio de pescadores. "No sé como hay políticos que viendo este edifico tienen tan poca sensibilidad. ¡Dónde vamos a parar!", comentaba excitado Iñigo Magro, profesor de la Escuela de Arquitectos de Valencia. A su lado, otros reconocidos profesionales se mostraban igualmente críticos con el proyecto mientras compartían impresiones con los vecinos. José María Montaner, catedrático de la Escuela de Barcelona, sostenía que "si queremos una ciudad sostenible hay que cuidar estas construcciones, derribarlas supone un enorme gasto en todos los sentidos: en energía, materiales...".
Proyectos alternativos
La lonja es en estos momentos el patio de atrás de las 40 viviendas del edificio donde se acumulan maderas y demás cacharros inservibles. Parece claro que no puede seguir así. Pero, ¿si el proyecto del gobierno local no vale para estos arquitectos...qué solución proponen? "El Cabanyal debería ser un filtro de la ciudad hacia al mar. Con sus manzanas y pequeñas calles, manteniendo la red social del barrio. Hay que hacer un proyecto integral para la ciudad. Con la Copa América y la Formula 1 ha entrado mucho dinero, pero sólo han hecho edificios espectaculares, alguno horrible, y han perdido la oportunidad de desarrollar un proyecto global", defiende Magro.
De hecho ya existe alguna maqueta que imagina otra lonja, como el de Santi Cirugeda, un arquitecto con amplia experiencia en la rehabilitación de barrios singulares. "Nos hizo una especie de hinchable. Aunque era arriesgado era una maravilla", señala una vecina mientras charla con Cirugeda.
La pelota en el tejado del Ministerio de Cultura
Los arquitectos celebran estos días su congreso, después de trece años, para dar un giro a la profesión. "Tenemos que situarnos y apostar por una construcción sostenible de la ciudad. De eso se habla en todas las conferencias del congreso, y por eso estamos aquí", argumenta Patricia Molina, arquitecta de Laboratorio Urbano, una asociación que realiza una resistencia similar a la del Cabanyal en el barrio de Lavapiés (Madrid).
La concentración de estos arquitectos activistas, acabó con una imagen proyectada de Rita Barberá recorriendo las ventanas de las casas de la lonja como un fantasma, y con una voz que alertaba "cualquier día puede entrar en sus casas". Los vecinos presentes ayer tienen muy claro que tratarán de evitarlo a toda costa. Pero la decisión está ahora en manos del Ministerio de Cultura, que debe decidir si la Llotja dels Pescadors es patrimonio cultural. De ser así impediría el derribo, después de que haya estado a punto de consumarse en varias ocasiones. Tato, uno de los vecinos, expresa la incertidumbre ante la espera de esta decisión, sin plazo previsto: "Por lo menos tenemos una puerta en la pared, ahora sólo nos queda abrirla".
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