Turquía reafirma su diplomacia en una región conflictiva
Quiere demostrar que sus relaciones de buena vecindad y su vocación de potencia regional no merman ni su alianza con Washington ni su anhelo de ingresar en el club europeo
¿Se puede ser al mismo tiempo amigo de Estados Unidos y de Irán? ¿Llevarse bien con Israel y con Siria? ¿Integrarse económicamente con la UE y con Rusia? Turquía quiere demostrar que sus relaciones de buena vecindad y su vocación de potencia regional no merman ni su alianza con Washington ni su anhelo de ingresar en el club europeo. Sus portavoces exhiben como prueba los 151 votos (de 192) que acaban de llevarles a uno de los puestos rotatorios en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, esos nuevos lazos que en los últimos años ha establecido en Asia Central, el Cáucaso y Oriente Próximo pueden obligarle a establecer prioridades.
Turquía está sirviendo de canal para las conversaciones indirectas entre Israel y Siria, trata de mediar entre israelíes y palestinos, y colaboró con Qatar para encontrar una salida a la crisis institucional libanesa la pasada primavera. También se ha mostrado muy activa tras el estallido de la guerra entre Rusia y Georgia en agosto último. El Gobierno de Recep Tayyip Erdogan incluso ha ofrecido sus buenos oficios para resolver el enfrentamiento entre Irán y Occidente a causa del programa nuclear de aquél. Como ha dejado claro el Foro Económico Mundial sobre Europa y Asia Central recientemente celebrado en Estambul, Turquía se está convirtiendo en una potencia regional.
"Asistimos a la emergencia de un nuevo orden internacional", aseguró el primer ministro turco en ese foro. Ante una audiencia compuesta en su mayoría de empresarios, Erdogan resumió la política exterior de su país en dos ejes: "continuar el proceso para la incorporación a la UE y trabajar para buscar soluciones pacíficas a los problemas regionales". Es lo que el embajador Ahmed Davudoglu, consejero del primer ministro, califica "diplomacia activa en favor de la paz".
"Turquía siempre ha tenido una política exterior multifacética, lo que está sucediendo desde el fin de la guerra fría es que se ha hecho más efectiva", explica a EL PAÍS Engin Soysal, embajador turco en Pakistán.
Lo que sorprende no es tanto la diversificación de su diplomacia como su capacidad para forjar amistades aparentemente contradictorias. Así, el país que durante casi cuatro décadas fue uno de los baluartes de la OTAN frente a la expansión soviética, ha intensificado sus relaciones con Rusia hasta el punto de que hoy es su principal socio comercial, sin renunciar a su alianza político-militar con Washington. "No son alternativas", asegura Davudoglu. Al mismo tiempo Ankara ha utilizado sus lazos históricos y culturales para establecer importantes vínculos con las ex repúblicas soviéticas del Cáucaso y Asia Central.
"Nuestros esfuerzos diplomáticos se deben a nuestra situación geográfica", declara el ministro de Exteriores, Ali Babacan. El jefe de la diplomacia turca atribuye esa creciente implicación de su país "a la necesidad de resolver los problemas por métodos pacíficos" y a su vocación de potencia equilibradora en la región. A la vez, Turquía, que carece de recursos naturales propios, se promociona como un centro de distribución de energía para el petróleo y el gas de Asia Central hacia los mercados europeos.
Algunos observadores ven en esa ambiciosa política exterior una respuesta al desplante de la UE al posponer su entrada en el club. "Sin duda nuestra contribución a la estabilidad regional hará que la UE nos perciba como un valor más que como una carga", admite Babacan en conversación con un pequeño grupo de periodistas. "Pero no lo estamos haciendo por la UE, sino porque es lo que debemos hacer y porque así es como somos, y cuanto más seamos nosotros mismos, más peso tendremos".
En cualquier caso, ese deseo de ser a la vez "un país asiático, europeo y de Oriente Próximo", tal como lo ha expresado Babacan, no deja de tener costes. La aproximación a Siria le ha creado tensiones con Washington, que acusa a Damasco de apoyar el terrorismo internacional. A pesar de los esfuerzos mediadores del propio Erdogan en el conflicto de Georgia, Moscú no ocultó su malestar cuando Ankara permitió el paso de los barcos de la OTAN a través del Bósforo. Y ¿cómo votará el representante turco cuando llegue al Consejo de Seguridad una nueva resolución sancionadora contra Irán?
"Turquía no sólo va a estar presente en la votación, va a ser parte de todo el proceso y podremos aportar nuestras propias ideas; además nuestros lazos históricos y culturales nos permiten un mejor entendimiento de la región", defiende Babacan. El ministro subraya que de hecho ya se han ofrecido para facilitar los contactos entre el G-6 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) e Irán. "En los últimos tres meses me he reunido al menos diez veces con (el ministro iraní de Exteriores, Manuchehr) Mottaki", revela. Todo con tal de hallar una salida pacífica a esa crisis.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.