La revolución de los pinceles
El voto de los profesionales de la historieta ha decidido que Las serpientes ciegas, de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí (Factoría K de libros) sea la obra más destacada de la XXVII edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, galardonándola tanto en la categoría de mejor obra como en la de mejor guión. Un reconocimiento a dos autores de larga trayectoria que se unían de nuevo para llevar a las viñetas una historia que elige el escenario de los voluntarios americanos que llegaron a luchar en la Guerra Civil española para desarrollar una compleja reflexión sobre la búsqueda de los ideales y el fin de las utopías. Escondida tras la apariencia de mixtura de géneros, del histórico al negro, pasando por el fantástico, Cava borda un argumento que, como en todas sus obras, reta al lector a un inteligente debate de conceptos, proponiendo un escepticismo militante ante la posible manipulación de las ideas. Mención especial hay que hacer a la excelente labor del dibujante Bartolomé Seguí, que deja su habitual y próximo blanco y negro para entrar en un color de pincelada gruesa y cromatismo oscuro, de atmósfera opresiva y agobiante reconvertida en uno más de los protagonistas de la obra, a la que aporta además su vibrante sentido del ritmo y la narración.
La edición de los premios de este año ha galardonado también la sugerente y fresca ucronía que Josep Busquet y Pere Mejan proponen en La revolución de los pinceles (Dolmen editorial). Imaginarios dibujantes rebeldes que viven de sueldos minúsculos sólo con el empuje de su vocación y, sobre todo, el amor por el medio, en una imagen sospechosamente similar a la que presenta la industria de la historieta española hoy. Un debut lleno de sana ironía y trepidante acción, plagado de guiños para el aficionado, que ha recibido el premio al mejor dibujo y el Josep Toutain al autor revelación.
En el apartado de obra extranjera, el premio recae sobre uno de los cómics más importantes del movimiento independiente americano: La educación de Hopey Glass, de Jaime Hernández (La Cúpula). El gran premio del Salón, que reconoce la trayectoria profesional de un autor, es para la autora valenciana Ana Miralles. El salón también ha premiado como mejor fanzine a Rantifuso, un veterano ya en estas lides, que combina la profesionalidad en la publicación con el descubrimiento de nuevos autores, así como a la revista Amaníaco, toda una institución que homenajea a la vez que actualiza el humor irreverente de Bruguera.
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