Lo real y lo posible
La coproducción hispano-cubana Gallego, realizada por Manuel Octavio Gómez, cineasta cubano que murió hace unos meses y cuya filinografia le convierte en uno de los pioneros del cine de su país después de la revolución castrista, tiene casi todos los ingredientes que hacen funcionar a una película. Pero, sin embargo, no funciona.Cuenta, en buen estilo bíográfico, la aventura de un pobre emigrante de la Galicia rural a la Cuba de comienzos del siglo, pero la traducción a la pantalla de esta biografía imaginaria y al mismo tiempo veraz, muy sólidamente compuesta en el hilo argumental de la novela de Miguel Barnet, no es convincente.
Los muchos saltos temporales, que a veces abarcan tiempos muy largos, no están bien ejecutados. Por ejemplo, el salto de la imagen del emigrante adolescente interpretado por Jorge Sanz al mismo emigrante joven que interpreta Sancho Gracia chirría, no es creíble, pues es demasiado brusco y demasiado pronunciado el cambio de rostro.
Gallego
Dirección: Manuel Octavio Gómez. Guión: Mario Camus, M. O. Gómez y Eduardo Calvo, basado en la novela de Miguel Bamet. Fotografía: Porfirio Enríquez. Música: Pablo Milanés. Coproducción hispano-cubana, 1987. Intérpretes: Sancho Gracia, Manuel Galiana, Jorge Sanz, Linda Mirabel, Antonio Ferrandis, Fiorella Faltoyano, Álvaro de Luna, Francisco Rabal, Conrado San Martín. Estreno en Madrid: cines Bilbao, Regio, Palacio de la Prensa, Princesa y Velázquez.
Por otra parte, el cambio del Sancho Gracia joven al adulto es también poco creíble, pero por la razón opuesta: la mutación física del personaje es poco pronunciada y no hay diferencia alguna entre el Gracia de 25 años y el de 50.
Este ejemplo, que afecta a la credibilidad de una parte vertebral del filme como es la continuidad física del protagonista a través de los años, no es aislado, sino que parte de un vicio generalizado en el filme: uno entre los muchos indicios del descuido con que se ha tratado la imagen en Gallego, y que afecta a veces incluso a la gramática del filme, que incurre en errores gramaticales, como, por ejemplo, el torpe montaje de la escena del cruce por una calle entre Sanz y Rabal con la mulata novia del primero. Es uno de esos desajustes de tiempo entre miradas, entre pianos y contraplanos, que indican que éstos no han sido correctamente rodados.
Y un filme donde no hay, con evidencia, escasez de presupuesto parece realizado con pobreza, a causa de la incapacidad de la realización para sacar partido visual de los medios que la cámara tiene delante. La dirección de actores es apática, y esto se percibe en la irregularidad del reparto, donde unos convencen y otros no, sin solución de continuidad y a veces en un mismo plano. No hay agilidad, viveza, ritmo adecuado.
Queda como resultado una película emotiva en algunas secuencias aisladas, que suelen ser las de signo melodramático, y en general sin intensidad ni proftíndidad. Podía haber sido mucho más de lo que al final fue, que es muy poco.
Babelia
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