"Mi objetivo es honrar la historia de los derrotados"
Toda la obra de Doris Salcedo (Bogotá, 1958) está inspirada en la violencia y en los desaparecidos. En Atrabiliarias llenó un gigantesco mural con zapatos de mujer cubiertos de finísimo plástico transparente; en Casa Viudas, los muebles se abrazan envueltos en lágrimas a los restos de sus antiguos ocupantes; en Tenebrae, las patas de 13 sillas recrean el caos; su famosa grieta de la Tate Modern denuncia el abismo que separa el primer mundo del tercero. Con un discurso directo y contundente, la ganadora del último Premio Velázquez de Artes Plásticas explica que todo su trabajo está dedicado a contar la historia desde el punto de vista de los derrotados, denuncia la política de Álvaro Uribe y asegura que vive con gran esperanza la posibilidad de que Antanas Mockus tome las riendas de Colombia tras una primera vuelta en la que ganó Manuel Santos. La entrevista se realizó en vísperas de la primera votación.
Colombia es un país clasista, racista, machista y excluyente
Salcedo detesta las entrevistas y mucho más el tener que posar para los fotógrafos. Su imagen y sus palabras son muy escasas de ver y leer. No porque ejerza de diva sino porque defiende que lo importante es su obra y lo que en ella se cuenta. En Madrid, ha pasado unos días dedicada de lleno a ver exposiciones. Se ha emocionado con los nuevos espacios que el Prado dedica al Románico, ha contemplado con indiferencia la exposición que CaixaForum dedica a Barceló y no le ha gustado nada El principio Potosí, que se exhibe en el Reina Sofía.
Pregunta. ¿Cómo sigue el proceso electoral que se vive en su país? Me da la impresión de que está usted más con Antanas Mockus que con Manuel Santos.
Respuesta. ¿Usted qué cree? Hemos pasado ocho años durante los que hemos vivido la corrupción y violencia más extremos. Tenemos ahora una oportunidad de votar por la decencia. La clase política colombiana ha estado implicada en todo lo peor. No creo en los mesías, pero Mockus puede acabar con el "todo vale", con la impunidad y la obscenidad con la que ha actuado el Gobierno que ahora padecemos. Llevo trabajando muchos años con víctimas, con familiares de desaparecidos y es difícil contar el horror que han sufrido cientos de miles de personas en mi país. El Gobierno es responsable porque ha instaurado el convencimiento de que se puede matar en vano. Por unos pesos o por unas condecoraciones.
P. La imagen exterior de Uribe no es tan mala.
R. Tenga en cuenta que en el contexto latinoamericano preocupan más los caudillos iluminados. Es difícil escoger cuál es más payaso o cuál es más estúpido. Hay excepciones como Lula o como fue Bachelet.
P. A través de su obra, usted ha denunciado esa violencia y esa negación de los derechos humanos en su país.
R. No he hecho otra cosa. Todo mi trabajo es un documento de la historia reciente de mi país contada por las víctimas, por los derrotados.
P. ¿Cómo trabaja?
R. Mi punto de partida es siempre un testimonio que luego se desdibuja cuando se empieza a construir la obra de arte. Son lenguajes diferentes.
P. ¿Dónde se sitúa esa frontera entre documento histórico y obra de arte?
R. La frontera desaparece en cuanto empiezo a trabajar. La mía es una obra de arte fiel al testimonio en la que yo limito las herramientas: pueden ser las expresiones que utilizan las víctimas, sus vestidos, el mobiliario, todo lo que la rodea o la rodeó en su vida diaria. Mi objetivo es honrar la historia de los derrotados.
P. ¿Cómo la reciben las víctimas? ¿No hay nunca rechazo?
R. Nunca. No hay recelo porque nunca nadie se ha ocupado de ellos. Son menos que nada. Gentes sin nombre que están deseando que alguien les escuche y cuente su padecimiento. Hablo del horror porque esa es la esencia del humano.
P. ¿Ocurrió algo en su vida personal que le indujo a adoptar esta actitud?
R. Soy incapaz de quedarme en la periferia de las cosas. Todo lo que ocurre me afecta y el arte, como yo lo entiendo, tiene que estar involucrado. No me permito el distanciamiento.
P. ¿Tiene Colombia una relación especial con la violencia?
R. Colombia es un país clasista, racista, machista y excluyente. Tengo la suerte de poderme mover de una manera privilegiada porque ni soy muy pobre, ni muy negra, pero sé que mi presencia no es grata para la riquísima clase alta de mi país.
P. Creo que cuando inauguró la grieta en la Tate Modern hubo algún incidente.
R. Rogué al embajador de Colombia en Londres que abandonara el acto de inauguración porque iba a decir cosas que no iban contra él como persona, pero sí como representante diplomático y político de un Gobierno impresentable.
P. ¿Ha pensado ya en la exposición que conlleva el ser ganadora del Premio Velázquez?
R. No. Nadie me ha hablado de la exposición.
P. ¿Tampoco ha pensado en el discurso de aceptación del premio?
R. No lo tengo preparado, pero forzosamente hablaré de las víctimas y señalaré a los culpables de que no se investigue.
P. Ahí podemos enlazar con lo ocurrido en España con el juez Garzón.
R. Me parece vergonzoso. Demuestra que la España franquista sigue viva. Me gustaría que Garzón se ocupara de encausar a los responsables de esa guerra que está viviendo ahora mismo Colombia.
P. ¿Cómo se lleva usted con otros artistas colombianos, por ejemplo, con Fernando Botero?
R. Bueeeno. No hay por qué llevarse de ninguna manera. Me interesa más tratar con artistas como Débora Arango o Beatriz González, gente con mucho que contar.
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