La montaña y el cerro
Es un regalo que una cámara nos lleve hasta la cumbre del pico K2, el ocho mil -segundo en altura del mundo, tras el Everest- más hermoso y homicida de las cumbres del Himalaya. Su extraña perfección, su magnética belleza y su tremenda dificultad atrae a los montañeros de todo el mundo, y raro es el año que sus inmensas paredes no se cobran como peaje vidas humanas.El regalo comienza y acaba ahí: en la contemplación de este misterioso cono blanco, oculto a cualquier mirada y cobijado durante milenios detrás de laberintos de cordilleras y glaciares infranqueables, en un remoto rincón del Karakorun donde no penetró la mirada humana hasta el siglo pasado. Es un lugar tan escondido que nadie pudo ponerle nombre, hasta que, en 1856, el británico T. G. Montgomery logró distinguir, en una expedición cartográfica, su cima e intuir su tremenda altura. Nadie había oído hablar de este techo-puñal del planeta, por lo que su descubridor lo bautizó con esta lacónica indicación en un mapa: K2 (Karakorun Dos). En 1954, dos alpinistas italianos vulneraron su cumbre. Centenares de montañeros de todo el mundo les precedieron y siguieron sus huellas, pero sólo unos 70 lograron llegar arriba, de los que decenas se quedaron para siempre enterrados en su trágica verticalidad. Su escalada es la más compleja del mundo, la que opone al escalador mayores riesgos técnicos, físicos, mentales y emocionales.A la cumbre casi inaccesible del K2, la película K2 opone una cuestecita novelesca de las que se escalan en bicicleta. A la grandeza del esfuerzo deportivo, la película opone un tinglado narrativo y dramático tan pequeño que, comparado con su escenario, es insignificante. El marco se come a la aventura de conquistarlo y uno añora, viendo la película, más cosas del K2 y abomina de todo lo que nos impide verlo, comenzando por los inexistentes personajes, sus falsos conflictos y sus fingidas desdichas, que parecen de cartón comparadas con la mole de piedra donde transcurren. Un buen documental dedicado íntegramente al terrible pico hubiera sido mucho más emocionante que los hilos del entramado argumental que nos conduce a él. Un entramado que carece por completo de interés, que nada aporta ni al cine de montañismo ni al resto del cine y que, por consiguiente, sobra.
K2
Dirección: Franc Roddam, Guión: Meyers, Roberts. Fotografía: G. Beristain. Intérpretes: Michael Biehn, Matt Craven, Raymond Barry, Hiroshi Fijioka, EE UU, 1992. Estreno en Madrid: Proyecciones, Vergara, Azul.
Babelia
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