"Lo masculino sigue dominando la sociedad"
Elif Shafak (Estrasburgo, Francia, 1971) es una de las principales figuras emergentes de la literatura contemporánea turca. Sus novelas, que se sumergen en la antigua cultura otomana, la han convertido en una de las escritoras más populares en Turquía. A finales del pasado septiembre, en la etapa final de su primer embarazo, fue procesada por "denigrar la identidad nacional turca". Tras una ola internacional de protestas en defensa de la libertad de expresión, fue finalmente exculpada.
"España es muy importante para mí, allí pasé el principio de mi adolescencia", recuerda Shafak dos meses después del juicio en Estambul. Hija de una diplomática turca, Shafak regresó a Estambul tras haber residido en varios países europeos. Ahora vive a caballo entre Turquía y Estados Unidos, donde ejerce como profesora universitaria.
"No creo que el velo que cubre las cabezas sea el problema, sino las ideas que hay dentro"
Pregunta. ¿Por qué se ha quedado en Estambul después de haber sido perseguida?
Respuesta. Estoy ligada a muchas cosas en Turquía, y sobre todo con Estambul. Estoy enamorada de esta ciudad. Estoy comprometida con la cultura de las mujeres turcas, con los cuentos populares, con el sufismo, con tantas cosas...
P. ¿Cree que la Turquía moderna se ha empobrecido al unificar las distintas identidades culturales del Imperio Otomano?
R. Una de mis novelas se titula El limbo. Para mí, la idea de estar en tierra de nadie, entre dos aguas, es muy importante. Mi país está muy polarizado: de un lado están los laicos y de otro los islamistas, supuestamente más conservadores. Defiendo una tercera vía. Me interesa lo híbrido, la combinación, lo cosmopolita... Me veo instalada en un limbo entre el Oriente y Occidente, entre polos opuestos.
P. Pero a usted han querido meterla en la cárcel.
R. A la gente no le gusta el limbo, porque significa ambigüedad. Lo más sencillo es hablar de lo blanco y lo negro. La gente huye de las zonas grises, de los matices, de las imágenes.
P. ¿Podrá Turquía completar sus reformas para integrarse en el mundo occidental?
R. Eso espero. Estoy absolutamente a favor de la integración de Turquía en la Unión Europea No va a ser fácil, será un proceso a largo plazo. Pero Turquía necesita seguir en esa dirección, no en sentido contrario.
P. ¿Está en peligro la libertad de expresión en su país?
R. Percibo que en la sociedad turca hay un gran interés por los cambios. Durante mi proceso recibí un fuerte apoyo desde la sociedad civil, de los medios de comunicación, de los intelectuales, de las minorías kurda, armenia, judía, griega... y, sobre todo, de las mujeres. No me sentía sola. La gente está harta, quiere cambios. En Turquía, la sociedad es mucho más progresista que las élites dirigentes.
P. Las reformas legales parecen haber mejorado la situación de las mujeres en Turquía ¿Es ésa la realidad?
R. Hay diferentes realidades para distintas mujeres. Según su clase social, si viven en el medio rural o urbano; en el este, subdesarrollado y kurdo, o el oeste, rico y occidentalizado. Turquía sigue teniendo una sociedad dominada por lo masculino, y es también una sociedad muy homofóbica.
P. ¿Nos encontramos ante el mejor momento de la literatura turca?
R. La literatura ha dado a Turquía medios para expresarse a sí misma con voz crítica, incluso en los peores momentos, tras los golpes de Estado militares. El Premio Nobel de Orhan Pamuk es un gran honor para nosotros. Este país puede mejorar el entendimiento entre Oriente y Occidente si somos capaces de superar nuestros temores nacionalistas.
P. Pero muchos en Turquía hablan de un Premio Nobel político.
R. Todo el mundo se ha puesto a discutir las repercusiones políticas del galardón. Pero nadie parece acordarse de que Pamuk ha dedicado 30 años de su vida a la literatura.
P. Usted habla en sus libros de personajes que nada tienen que ver con la monolítica visión que quiere ofrecer la Turquía moderna. Habla de armenios, de hermafroditas, de disidentes.
R. El régimen dominante en este país nos dijo durante mucho tiempo que todos éramos iguales, que éramos un bloque homogéneo de seres humanos, que en Turquía no había diferencias. Pero hay diferencias étnicas, culturales, religiosas... y sexuales. Es algo que deberíamos celebrar, y no suprimir. En mis novelas siempre hay personas que se mueven por el margen, en la periferia.
P. ¿Su mundo es el Estambul plural de antaño?
R. Estambul siempre ha sido un lugar complejo, lleno de vida, una ciudad maravillosa con grandes problemas... Es una ciudad femenina, fascinante.
P. ¿A qué mujeres turcas se dirige usted, a las que llevan el velo islámico o a las que lo rechazan?
R. Cuando firmo libros veo que algunas de mis lectoras van cubiertas con el pañuelo. Pero no creo que el velo que cubre la cabeza sea el problema, sino las ideas que hay dentro. Yo estoy en contra del islam en la política, pero condenar a las mujeres que van cubiertas no es la solución.
P. ¿A qué se dedica ahora? ¿Qué está escribiendo?
R. Estoy trabajando en mi hija. Nació tres días antes del juicio, cuando los nacionalistas me insultaban y escupían sobre mis fotos. Ella trajo luz sobre toda esa oscuridad.
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