El literato del campo y la ciudad
Mañana, junto con EL PAÍS, una antología de Gerardo Diego
Fue poeta, profesor, crítico literario, musicólogo, estudioso de la pintura, aficionado taurino y tratadista de la fiesta, dramaturgo, articulista, pianista... Gerardo Diego (1896-1987), uno de los máximos representantes de la generación del 27, fue tan prolífico y versátil en su obra como los muchos oficios enumerados que ejerció. Su libertad a la hora de crear, su vanguardismo y clasicismo, le hicieron repetir varias veces una de las máximas que le definen: "Yo no soy responsable de que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo; de que me vuelva loco la retórica hecha, y me torne más loco el capricho de volver a hacérmela -nueva- para mi uso personal e intransferible".
Porque el poeta santanderino del que mañana EL PAÍS publica una antología por 8,95 euros fue al tiempo y sin ningún tipo de contradicción amigo de los surrealistas Vicente Huidobro y Juan Larrea y seguidor de los clásicos de la literatura española, e hizo coexistir en su obra la poesía de creación con la de expresión. Es decir, pasaba de unos poemas vanguardistas y creados para sugerir al lector una interpretación libre a otros versos más directos y apoyados en la realidad para hablar de amor, del paisaje, la religión, los toros o la música.
Gerardo Diego iba así de la ausencia de signos de puntuación, de tratar sobre temas intrascendentes y de una libre disposición de los versos al más clásico romance y perfecta utilización del soneto (El ciprés de Silos es para muchos el mejor soneto de la literatura española). Dentro de esta poesía más clásica destacan Versos humanos (1925), con libro con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura, Ángeles de Compostela (1940), Alondra de la verdad (1941), Canciones (1959), Nocturnos de Chopin (1963) y Odas morales (1966). Ejemplos de su poesía más vanguardista son Evasión (1919), Imagen (1922), Manual de espumas (1924), Fábula de Equis y Zeda (1932) y Poemas adrede (1932).
Gerardo Diego, que volvió a ganar el Premio Nacional de Literatura en 1956, fue elegido por unanimidad una década antes miembro de la Real Academia Española y consiguió el Premio Miguel de Cervantes -junto con Jorge Luis Borges- en 1979, fue un gran estudioso de la poesía española. Escribió, entre otros muchos estudios, Antología poética en honor a Góngora: desde Lope de Vega a Rubén Darío (1927) y Poesía española. Antología. Contemporáneos (1934).
Babelia
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