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El 'gen Mortier' llega al Teatro Real

El director artístico anunciará la próxima semana una nueva temporada alejada del gusto más tradicional y con un guiño transgresor a los nuevos públicos

Gerard Mortier siempre es fiel a su libreto. Ni se mueve, ni le mueven. Vaya donde vaya: Bruselas, Salzburgo, el Ruhr, París, Nueva York o, ahora, Madrid. Su edificio creativo en todos estos destinos lo ha levantado siempre sobre tres pilares: una línea coherente, un estilo muy acusado y fidelidad a sus principios. Y sus pensamientos los defiende con una buena dosis de gusto por el riesgo, orgullo, rebeldía intelectual y mucha polémica. Todo esto se ve en la programación del Teatro Real para 2011-2012, que se anunciará el próximo martes y que es 100% fiel al sello Mortier: apuesta enérgica por la ópera contemporánea, fidelidad a sus directores fetiche y un guiño intencionado a hipotéticos nuevos públicos.

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Un diseño valiente para unos y arriesgado para otros, pero, sin duda, atractivo. La división de opiniones también forma parte del espectáculo. Y Mortier, que ha conseguido en poco tiempo colocar el foco internacional sobre el Real y despertar el interés de la prensa extranjera por el teatro, lo sabe muy bien.

Su renuncia al repertorio puede distanciar al abonado de un gusto más tradicional. Los más conservadores solo encontrarán refugio con La clemenza di Tito -el polémico montaje de los hermanos Ursel y Karl-Ernst Hermann-.

Se confundían, y mucho, los que pensaban que a sus 67 años y después de poner patas arriba el Festival de Salzburgo y de investigar hasta el infinito en la Trienal del Ruhr, el director flamenco mostraría en España su versión más suave. La genética es la genética. El gen Mortier ya ha entrado en el Real. Quizá para hacerlo más digerible, el director belga ha servido por delante los platos más templados. Los tres títulos que abren la temporada son Electra (el montaje de Klaus Michael Grüber y Anselm Kiefer para el San Carlo de Nápoles), Pélleas et Mélisande (la puesta en escena de Bob Wilson para la Ópera de París y el Festival de Salzburgo) y Lady Macbeth de Minsk (la propuesta de Martin Kusej). No son estrenos absolutos. Y aquí, el director entrega una buena baza a sus críticos.

Y es que el producto Mortier tiene unos acabados muy caros. Todo un lujo para los tiempos de contención y austeridad que corren, también en el sector cultural. Al responsable artístico del Teatro Real le inquieta mucho el recorte presupuestario para montajes nuevos -un 20% menos con respecto al año anterior- y el alto coste en los derechos de autor que le supone programar música contemporánea. Y para cuestiones de músculo monetario, conviene recordar que Mortier se despidió de la Ópera de Nueva York por el tijeretazo que recibió la financiación prometida para su proyecto.

Con los dineros muy mermados, el director belga ha diseñado una temporada basada en éxitos de otras instituciones y alguna que otra rareza. Las apuestas que a buen seguro generarán más ruido en el año II de la era Mortier son: Ainadamar, de Osvaldo Golijov, inspirada en la vida de García Lorca con puesta en escena de Peter Sellars; Vida y muerte de Marina Abramovic, con un montaje de Bob Wilson y música del extravagante Antony Hegarty, líder del grupo pop Antony and the Johnsons; e I due Figaro, de Mercadante, con dirección escénica de Emilio Sagi y el debú de Riccardo Muti en el Teatro Real. Además, hay que añadir Perséfone, de Stravinski, y Violanta, de Chaikovski (que se presentarán juntas), Popea y Nerone con música de Monteverdi orquestada por Philippe Boesmans, y Cyrano de Bergerac, un año más, el hueco que la institución reserva a Plácido Domingo.

En el Teatro Real preocupa la respuesta del abonado a una temporada tan exigente. La institución, dicen, no puede permitirse el lujo de perder ingresos por venta de entradas en una época tan complicada -los patrocinios, eso sí, crecen cada año-. Pero Mortier da la impresión de estar muy tranquilo. Cuestión de genes.

<i>Electra,</i> con un montaje de Klaus Michael Grüber y Anselm Kiefer para el teatro San Carlo de Nápoles, abrirá la temporada en Madrid.
Electra, con un montaje de Klaus Michael Grüber y Anselm Kiefer para el teatro San Carlo de Nápoles, abrirá la temporada en Madrid.TEATRO SAN CARLO DE NÁPOLES

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