Una ganadera que dio espectáculo
El último toro de la corrida de ayer cambió el signo de todo cuanto había acontecido hasta ese momento. El toro fue devuelto a los corrales porque al torero le dieron los tres avisos. Fue injusto, como se verá más adelante. Surgió un momento tremendo para el joven y modesto torero Joselillo. A un toro duro de 670 kilos, manso y con poder descomunal, el chaval le plantó cara. Se dobló con él y lo toreó con valor y riesgo. Se hubiera ganado la puerta grande con una oreja que seguro le hubieran dado, sumada a la que ya ganó en su primer toro. Lo tenía en la mano, pero el acero le hizo traición. No pudo ser. Aquel animal era un portento de fuerza. Le hubiera costado matarlo hasta al famoso Frascuelo. Tenía tal fuerza, que para llevarlo a los corrales ni siquiera pudieron los cabestros ni los pastores. Aguantó una eternidad hasta que por fin abandonó el ruedo. El público pamplonés demostró ayer una gran sensibilidad y generosidad porque estuvo esperando lo indecible para despedir al joven torero que estaba llorando en el callejón mientras intentaban meter al toro en los corrales. Pese al suceso, la ovación cerrada al torero sonó a bronce contra bronce.
Dolores Aguirre / Uceda Leal, Cortés, Joselillo
Toros de Dolores Aguirre: con poder, excelente presentación, algunos mansos, pero en general una notable corrida.
Uceda Leal: pitos en los dos. Salvador Cortés: pinchazo y estocada corta (petición y vuelta); pinchazo, estocada corta-aviso-y estocada (silencio). Joselillo: pinchazo y estocada (oreja); pinchazo, metisaca, pinchazo -aviso-, media estocada, cuatro descabellos -segundo aviso-, un pinchazo y -tercer aviso-, devuelto a los corrales.
Plaza de Toros de Pamplona, 12 de julio. 8ª de abono. Lleno.
La ganadera Dolores Aguirre triunfó en toda regla. Sus toros dieron espectáculo porque llevaban la emoción a los tendidos. Estos toros fueron la antítesis de los toros "artistas" tan del gusto de las figuras. Le sean dadas a la ganadera las más sinceras enhorabuenas.
Salvador Cortés estuvo en torero en su primer toro. Buena su faena y maciza. Citó de lejos, toreó con son y con fino repertorio. Muy bien. En su segundo, trampeó un poco haciendo ver que el toro no servía, pero sí servía. Creyó que con el esfuerzo realizado en su primer toro ya bastaba.
De Uceda Leal, mejor no hablar salvo para decir que exhibió demasiadas dudas, bastantes miedos y un racimo grande de precauciones. Sobre todo en su primer toro.
Con todo, la gran sorpresa fue José Miguel Pérez, Joselillo. ¡Qué buen torero! A su primer toro, le citó de lejos y ligó los pases. Estuvo hecho un torerazo. Como lo estuvo en el sexto del drama. Cuando inició la faena de ese último toro, nadie daba un duro por el torero. No obstante, ahí salió la raza de un muchacho que quiere ser torero y dijo (sin palabras, pero con hechos), "aquí estoy yo". Se jugó la piel sabiendo que el toro de nombre Guindoso le podía mandar a la enfermería o incluso al otro barrio. Esas gestas son las que no se improvisan; están en las venas del propio torero que le están empujando a dar lo mejor de sí.
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