Dos faros en la tormenta
Touraine y Bauman, premios Príncipe de Asturias, dialogan sobre la crisis financiera, la globalización y el caos
A estos dos señores amables pero circunspectos conviene plantearles en el primer asalto cuestiones de peso. El francés Alain Touraine (Hermanville-sur-Mer, 1925) y el británico -nacido en Poznan, Polonia, en 1925- Zygmunt Bauman, premios Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, van con sus apuntes a cuestas y la mirada viva por Oviedo. Pero muy a su aire. Ambos han desarrollado grandes teorías sobre los movimientos sociales y la globalización. También comparten una alerta y una preocupación mutua sobre la que han hablado a fondo estos días en Asturias: ¿Dónde queda el poder en el mundo de hoy?
Diluido o escondido en un tinglado cada vez más líquido, cree Bauman. Él es todo un teórico de fenómenos etéreos y huidizos, autor de la serie La modernidad líquida, Amor líquido y Vida líquida: "Si lo consulta en el diccionario, líquido es todo aquel elemento que no conserva una figura. Las catedrales góticas son cosa del pasado", dice Bauman. Hoy todo es volátil. Lo malo es que de la consistencia y del agua pasemos a lo gaseoso...
Bauman: "No se han tomado medidas para evitar la próxima crisis"
Touraine: "Europa está estancada entre dos mundos en pleno desarrollo"
El poder actualmente tampoco es sólido. "Y menos que en ninguna parte en las instituciones transnacionales", afirma Touraine. Los dos certifican el fracaso de la ONU -"construida tras la II Guerra para mantener una ficción", cree Bauman- y la UE, sin capacidad de decisión vital sobre grandes asuntos.
Eso proporciona un caos deseado por ciertos elementos dominantes: "El salvaje Oeste. El poder se halla hoy en varios lugares, pero no donde debería estar. No existe sobre él ningún control político", cree Bauman, profesor emérito de Sociología de la Universidad de Leeds (Reino Unido).
El dinero, los capitales van por libre: viajan, se mueven, escapan y hunden países a capricho. "Desde 1994 es un fenómeno continuado y la huida de capitales ha provocado estragos en México, Brasil, varios estados de Asia y en Argentina, con el corralito. El problema es que no sabemos dónde ocurrirá la siguiente catástrofe. Pero ocurrirá, porque, pese a la crisis mundial, no se han aplicado medidas para volver a evitar nada", avisa Bauman.
Medidas a escala global, con estructuras internacionales dotadas de lo que carecen. De poder de decisión. De visión, de estrategia. "Europa podría serlo, pero los Estados que la componen no la han dotado de ese poder", comenta Touraine, autor de Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy y director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.
"No existe ejército, no hay una visión y una acción de conjunto. Para aplicar medidas contundentes y definitivas contra la crisis no han propuesto cosas concretas más que los líderes nacionales. La decisión para esos asuntos está todavía en manos de los grandes Estados de la Unión, pero no en Bruselas".
Eso, en cuanto a lo que todavía pueden controlar. Porque existe una tendencia cada vez más preocupante a la anarquía de los grandes poderes. "Existen zonas vacías, desiertas, salvajes, que cada vez crecen más", coinciden ambos. Las actividades ilícitas, apunta Touraine, ascienden hoy al 20% de la economía en todo el mundo.
Y el centro tradicional de dominio va cayendo. En picado. "China concede créditos a Estados Unidos para que su economía se sostenga. El problema es que ese dinero no redunda en paliar los males de la gente", comenta Bauman. "Esos países que hace 40 años llamábamos Tercer Mundo o en vías de desarrollo son los nuevos ricos, los que van a dominar en el futuro el mundo y a Occidente. La cuestión es cómo podemos trasladar nuestros mejores valores a su desarrollo. Cómo podemos convencerles de que junto al crecimiento económico debe existir respeto a los derechos humanos, apoyo al progreso científico técnico, el ejercicio de las libertades civiles e individuales", asegura Touraine.
Pero es difícil. Por más que se aplique la didáctica o la pedagogía, la realidad es que Occidente está cada vez en peores condiciones de dar lecciones. "Somos un continente estancado entre dos mundos en pleno desarrollo. El mundo occidental ha perdido su capacidad de liderazgo, mientras observa alrededor cómo otros crecen a la velocidad que él es incapaz de aplicar a sus entornos", cree el sociólogo y pensador francés. Menos en mitad de un mundo que Bauman define como "un campo de minas".
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