Mis fantasmales vecinos

El hecho de que Pérez, el ratoncito de tus sueños sea la segunda película española más taquillera de lo que llevamos de año (tras El orfanato), da a entender un par de clarificadoras cuestiones. Primera, que los niños son capaces de arrastrar a una producción hacia la rentabilidad por el simple hecho de estar destinada a ese determinado público: los críos no van solos al cine y cada entrada va asociada con, al menos, otra en calidad de acompañante. Y segundo, que nos conformamos con cualquier cosa, porque Pérez… era una nimiedad que avanzaba un muy corto paso en cuanto a la técnica mientras seguía estancada en materia narrativa. Los Totenwackers, segundo largometraje del vasco Ibón Cormenzana, tras Jaizquibel (2001), se presenta como un nuevo intento (muy digno en algunos aspectos) por atraer al público infantil mediante una historia de corte clásico con elementos mágicos (una pandilla de niños se enfrenta a una especie de bruja en un entorno repleto de fantasmas), ambientándose en un contexto absolutamente realista.

La fantasía suele abordarse desde una perspectiva en la que lo ordinario y lo extraordinario se dan la mano, pero en la que los elementos más cotidianos suelen ir acompañados de un punto de falsedad que provoca la, en última instancia, imposible verosimilitud de la historia. Los Totemwackers, en cambio, a pesar de su indudable carácter fantástico, habita en un registro de marcado realismo cinematográfico. Y en ese aspecto radica precisamente la gran virtud y el posible defecto de la película, escrita por Antonio Trashorras y David Muñoz, guionistas de El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001). Así, esa oscura comunidad vecinal, comandada por viejos antipáticos de dentaduras postizas, rostros curtidos y ademanes aterradores, resulta una novedad. Sin embargo, tal escenificación quizá lleve a los más pequeños a un excesivo ataque de pánico ante tamaña verosimilitud reconvertida más tarde, a través de eficaces efectos especiales, en tétrico reducto espectral. De modo que quizá los críos espectadores no vuelvan a subir con tranquilidad las oscuras escaleras de su edificio de toda la vida, o salgan corriendo ante la más mínima caricia de la dulce abuelita de enfrente.

Tráiler de 'Los Totenwackers'