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Los editores unen fuerzas frente a la apisonadora de Internet

El sector teme que la Red engulla al libro como está haciendo con el disco y el DVD

Pilar Álvarez

Son novelas muy cortas. No más de 25 páginas. Y tienen millones de lectores. Las consiguen en segundos y las leen... en el móvil. Ocurre en Japón, sobre todo con relatos manga. Pero es una realidad que llegará también a España. Audiolibros, móviles, PDA, miniordenadores, cualquier formato puede usurpar el puesto al papel o quitarle parte de su protagonismo.

Días: "Hay que adaptarse. El usuario del futuro ha nacido en la era digital"

Los editores no quieren que el fenómeno les pille desprevenidos. Un grupo de ellos se ha reunido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander para debatir sobre las nuevas formas de edición y el modo en que pueden afectar a los derechos de autor. Temen que al libro le ocurra lo que ha pasado con los discos o con las películas: Internet los ha engullido y se ha convertido en su principal canal de distribución, un canal en el que quien consume no siempre paga. Para evitarlo, los editores reclaman más apoyo de las leyes y prometen mantenerse alerta.

"No podemos dar la espalda a los nuevos canales", asegura Esther Franch, responsable de Derechos de Autor de Larousse Editorial. Franch denuncia que, hoy por hoy, quienes controlan las ediciones electrónicas de los libros no son ni los escritores ni los editores, sino grandes empresas tecnológicas como Amazon, Apple o Google. Los que intervienen en la creación se quedan fuera.

"Estamos convencidos de que el libro en papel va a pervivir, pero tenemos que adaptarnos porque el usuario del futuro ha nacido en la era digital y tiene otras costumbres. Si nos adaptamos, tendremos más oportunidades y llegaremos a más gente", explica Rosalina Díaz, directora general de Wolters Kluwer en España. Hacer negocio digital pero sin que los creadores pierdan su remuneración. No quieren un top manta o una red de descargas incontroladas. "El problema fue que cuando Internet ofreció la oportunidad de bajar música sin tener que pagar, la gente se sumó porque nadie les ofrecía una oferta legal, no había dónde comprarla en la Red", precisa Díaz. Franch añade una premisa que tampoco se dio en las industrias musical y cinematográfica: "Debe quedar muy claro para el público que descargarse un libro es un robo, que no deben hacer en Internet lo que no harían en El Corte Inglés". Además, reclama que se debe consensuar "cuanto antes" un formato único, "como ha ocurrido con el MP3 para la música".

En Estados Unidos, Amazon comercializa un modelo conocido como Kindle. Fino como un libro de 50 páginas, permite descargarse obras, visitar las web de actualidad, acceder a enciclopedias online y hacer traducción simultánea de lo que estás leyendo si lo has comprado en otro idioma. En España aún no se comercializa; aquí todavía no se pueden descargar libros con garantías.

No es lo mismo que pasar las páginas, pero funciona. "Ocupa el mismo espacio que un libro, pero puedes llevar dentro 300", explica Martí Manent, presidente de la Asociación de Comercio Electrónico y director general de Derecho.com, una web que ofrece un millar de libros jurídicos en PDF, tiene 25.000 clientes y 400 descargas al mes. Eso sí, pagadas. Manent desgranó las ventajas del libro digital: no hay costes de almacenamiento, la posibilidad de stock es infinita, permite ofrecer el producto 24 horas al día, una distribución casi gratuita y la posibilidad de llegar a nuevos mercados. Su web incluye un sistema de seguridad "que en principio se pensó para la CIA". Protege los libros en PDF de las descargas no deseadas. Otra particularidad. Los libros son jurídicos, pero sus principales clientes no son abogados. "Tenemos picos de compra los domingos por la tarde, cuando el trabajador se prepara la jornada del día siguiente y necesita una información muy concreta, justo en ese momento y no después", añade.

Pero antes de que ese sistema se extienda en nuestro país, la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) -presidida por Jordi Úbeda-, en la que están integradas 836 empresas editoriales y casi un 95% del sector, reclama que los nuevos soportes digitales tributen igual que los libros. Los formatos electrónicos son "una gran contribución", según Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación del Gremio de Editores de Prensa, pero debe ser "adecuadamente remunerado". El 25% de las empresas, según Ávila, emplean ya nuevos soportes y hay más de 156 compañías que usan soporte "no papel" de forma habitual. Pero frente a los 12 euros de media del libro de toda la vida, el digital cuesta 7, añade.

Para regular piden normativas más modernas. La Ley de Lectura, con un año de vigencia, ya apunta a las nuevas tecnologías en la definición del libro. Es "toda unidad monográfica que pueda circular desde el que lo crea hasta el lector", según Rogelio Blanco, director general de Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, que se muestra optimista sobre la pervivencia del libro con sus tapas, sus hojas y el marcador. "Nada eliminará a nada".

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De izquierda a derecha, Antonio María Ávila, Juan Ramón Azaola (secretario del encuentro), Jordi Úbeda y Rogelio Blanco, ayer en Santander.
De izquierda a derecha, Antonio María Ávila, Juan Ramón Azaola (secretario del encuentro), Jordi Úbeda y Rogelio Blanco, ayer en Santander.PABLO HOJAS

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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