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El arte de los visionarios catalanes

El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona repasa en una exposición la obra de los creadores 'iluminados' de la cultura catalana

De los que se saltan las normas, rompen los moldes, caminan por los extremos y creen en utopías va Iluminaciones. Cataluña visionaria, una exposición que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) exhibe hasta el próximo 17 de mayo y que recorre a través de la creación artística "las iluminaciones que han conformado la visión de la Cataluña moderna desde la época remota de Ramon Llull hasta la actualidad", explica su comisaria, la historiadora y crítica del arte Pilar Parcerisas, quien ha tomado el título de la exposición de una obra de del filósofo alemán Walter Benjamin, muerto en Portbou (Girona) camino del exilio.

Iluminados y visionarios que proliferan en los países pequeños, según teoría del prestigioso y ya desaparecido comisario de exposiciones suizo Harald Szeemann, volcán de ideas y maestro de Parcerisas, quien ya el 1991 mostró en una exposición como de visionaria era Suiza, y lo repitió el 1996 con Austria y el 2005 con Bélgica. "¿Que por qué éste es un hecho que sólo se da a los países pequeños? Szeemann nunca me llegó a explicar la teoría con que sustentaba tal afirmación", dice la comisaria. "Tal vez", apunta, "es una manera de sacar lo que tenemos dentro, de mostrar que con creatividad podemos salir de la isla".

De conducta impredecible, el iluminado, el visionario goza de una libertad que los otros no tienen; la libertad que le da vivir ajenos a las normas, siempre próximos a los extremos, bordeando el precipicio, aferrados a la luz, la visión, la intuición, la idea-premonición. Como lejos de la norma, "fuera de las interpretaciones convenidas" presenta Pilar Parcerisas la exposición. Porque la comisaria prueba, dice, de huir del reino del signo para recuperar el símbolo y "llenar el vacío presente, inaccesible a los sentidos".

Iluminaciones. Catalunya visionaria es una exposición de imágenes y poca palabra, la justa para sugerir, más que para decir; palabra que juega el papel de complementar, si es preciso, la obra de arte, el objeto, la instalación (en total, se exhiben 800 obras). Porque el realismo no pertenece al mundo de los iluminados y los visionarios, los cuales ni siguen escuelas ni acostumbran en crearlas. El suyo es el mundo de la subjetividad, de las sensaciones, de las emociones y las sugerencias. Y es la subjetividad de estas individualidades la que muestra la exposición, donde las fronteras entre "tendencias artísticas, ordenadoras y académicas al uso en la historia del arte" no tienen cabida.

Porque se trata, dice la comisaria, de mostrar "un corte en sección de esta historia, bajo un orden orgánico, basado en la creación de imágenes a partir de formas de experiencia; una experiencia que traspasa las disciplinas artísticas y los corrientes establecidos, que enlaza pasado y presente, local con el universal, genuino con foráneo, que presenta el arte como forma de experiencia visionaria de diversas intensidades".

Estructurada en 13 ámbitos temáticos, la muestra se abre con la obra de Antoni Tàpies Pintura románica y barretina (1971), toda una declaración de intenciones de este recorrido por la construcción del universo imaginario de Cataluña que parte de Ramon Llull y llega hasta la actualidad.

Un viaje que se inicia con la herencia simbólica, donde Llull y Tàpies se dan la mano, para acabar en las reflexiones sobre la identidad en el pensamiento y el arte contemporáneo. Entremedio, la exposición transita por el mundo de las utopías y los utopistas (Ildefons Cerdà, Anselm Clavé, Narcís Monturiol), por el reino del ideal simbolista (Antoni Gaudí, Salvador Dalí, Francesc Pujols), por la fascinación por el paisaje y la geografía (Jacint Verdaguer, Joaquim Mir, Perajaume), por la ciudad como matriz (Nicolau Maria Rubió i Tudurí, Carles Buigas, Josep Lluís Sert, Ricart Bofill), por las premoniciones de la guerra (André Mason, Georges Bataille, Dalí), por la fascinación por la máquina (Joaquim Torres-García, Rafael Barradas, Joan Salvat-Papasseit), por los paisajes metafísicos del surrealismo y por el mundo de la mente (Joan Miró, Dalí, J. V. Foix, Joan Brossa, Perucho, Zush), por el objeto que cobra vida gracias a la poesía visual (Jordi Pablo, Broza), por la atracción por la ciencia (Alexandre Deulofeu, Dalí), o la mística contemporánea (Joseph Beuys).

Vídeo: CCCB

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