"El arte puede vencer a la muerte"
António Lobo Antunes (Lisboa, 1942) se recuperó hace un par de años de un cáncer y, para alegría de sus lectores, ha publicado después Mi nombre es Legión (Mondadori), una novela sobre personajes marginales en una Lisboa periférica con un policía como hilo conductor. "Sentía vergüenza", manifestó ayer en Madrid, "cuando me recuperaba de la enfermedad en el hospital porque yo iba a seguir viviendo y otra gente, más joven, iba a morir. Pensé durante mi tratamiento que en honor a esa gente hay que dejar testimonio del paso del tiempo y de la vida. Un anciano me dijo en el hospital que no estamos preparados para morir, sino para vivir. Es verdad, lo suscribo. Por ello creo que la literatura es la única manera de vencer al tiempo, sólo el arte puede vencer a la muerte".
"El mundo de la literatura está plagado de envidias y de competencia"
"Las fronteras entre el bien y el mal siempre aparecen muy difusas"
Con esa actitud de "las cartas boca arriba" que proporciona haber superado un trance grave, Lobo Antunes compareció ayer ante los periodistas y mantendrá hoy un coloquio con sus lectores en Casa de América tras haber obtenido el premio Fil de literatura en lenguas romances que concede la Feria del Libro de la mexicana Guadalajara. Escéptico sobre las distinciones -"que ni mejoran ni empeoran la obra literaria"- uno de los autores europeos vivos más importantes, traducido a muchos idiomas, desmitificó sin piedad a los escritores. "La literatura representa un mundo", comentó, "plagado de competencia y de envidias. Los escritores deberían ser como los tigres que no se devoran entre ellos. Pero no ocurre así. Antes de dedicarme a la literatura, los escritores me parecían gente muy fascinante y luego sufrí una cierta desilusión. Además, en algunas épocas todo este ambiente de premios, traducciones y contratos por libros que no has escrito hizo que me sintiera como un Julio Iglesias de las letras".
Hasta tal punto este irónico, descreído y brillante Lobo Antunes ha puesto las cartas boca arriba después de su enfermedad que se permitió comentar a los periodistas: "Ustedes pregunten lo que quieran que yo contestaré lo que me parezca". No para de filosofar sobre la vida y la literatura este hijo de familia de abogados y médicos, psiquiatra de formación, que fue oficial en la guerra colonial en Angola y que sostiene que nunca ha escrito sobre aquella terrible experiencia "por respeto a los muertos". Y en conversación con este diario Lobo Antunes explica, a propósito de su novela Mi nombre es Legión, que "las fronteras entre el bien y el mal siempre aparecen muy difusas". "En la guerra estás matando porque te entrenan para eso y, un rato después, estás salvando vidas. Es cierto además que en las situaciones límite encontramos la parte más sublime y la más despreciable de las personas".
Tras anunciar que escribirá más libros, pese a haber anunciado en alguna ocasión que se cortaba la coleta, Lobo Antunes sentencia que cada novela es un organismo vivo que el autor debe manejar. "En Mi nombre es Legión", aclara, "el policía protagonista se convierte en una especie de escritor que lucha con el material que tiene y que, en este caso, son personajes solos y desarraigados en un ambiente de emigrantes africanos. Son gentes que sólo saben expresarse a través de la violencia porque no pertenecen ya a una África que han perdido ni a una Europa que no las acepta". En una Lisboa de desarraigados, Lobo Antunes ilustra la reflexión moral entre el bien y el mal con una anécdota escalofriante. "Vivo en un barrio donde acuden travestis y veo, en ocasiones, que llegan clientes en buenos coches con sillitas de bebés en los asientos traseros. Es decir, esos clientes de la prostitución son honrados padres de familia de día y sórdidos demandantes de que los penetren con los tacones por las noches".
Vitalista y amante de los placeres, fumador y buen comedor, admirador de las mujeres atractivas, Lobo Antunes se siente en España como en casa, aunque añora las gaviotas y el mar de Lisboa. "Toda la península Ibérica debería ser una federación", proclama uno de los escritores portugueses más seguidos en España. Declara que mantiene una vida aislada y frecuenta poco los actos sociales, aunque editoriales, universidades y centros culturales lo reclaman en medio mundo. Pero sus amigos representan un tesoro para Lobo Antunes. "Es más fácil confesarse y hablar con los amigos que con la familia. En definitiva, la familia son los amigos que tú eliges".
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