Resucitando a Mel Gibson

A principios de diciembre, los espectadores que habían pagado una entrada para ver El cisne negro, la excelente película de Darren Aronofsky, fueron los primeros en asistir al debut de un extraño tráiler: The beaver. El filme cuenta la historia de un tipo metido de lleno en una crisis personal que decide evadirse de sus problemas (y de paso empezar su recuperación) a través de un muñeco de peluche.

Las reacciones al tráiler fueron de asombro, aunque no faltaron los chistes o los silbidos. Desde entonces no ha cesado el runrún sobre la película, sobre si será capaz de generar el entusiasmo necesario o si, por el contrario, será una auténtica ruina. No queda ningún periódico en Estados Unidos que no haya hablado del tema, para bien o para mal, evaluando los pros y los contras. Naturalmente todo esto no se hubiera producido si no fuera por el nombre que encabeza el reparto de la película y que no es otro que el de Mel Gibson.

En 'The beaver' interpreta a un hombre en crisis junto a Jodie Foster

Gibson, al que muchos (por no decir todos) dieron por -profesionalmente- muerto, goza así de una última oportunidad gracias a una de sus mejores amigas en Hollywood, la actriz y directora Jodie Foster. La protagonista de películas como Taxi driver o El silencio de los corderos nunca ha escondido su cariño por el actor, que hundió su carrera después de que trascendieran las conversaciones telefónicas con su (ya ex) novia, Oksana Grigorieva, en las que la amenazaba de muerte y reconocía haberla agredido.

The beaver, que se estrena en marzo al otro lado del Atlántico, ha desencadenado una auténtica batalla mediática entre los que creen que Mel Gibson se merece no trabajar nunca más en el mundo del cine y los que consideran que la crucifixión pública a la que se ha sometido al intérprete y director ha sido vergonzosa. Entre estos últimos ha destacado Genna East, una periodista de Boston, que ha escrito un artículo para Hubpages.com titulado The influence of media, donde disecciona el tratamiento periodístico que la prensa de EE UU ha otorgado al caso. East examina además algunos hechos que han ido saliendo a la luz y que contribuyen a enrarecer más el ambiente, entre ellos las declaraciones de Arlo West, considerado uno de los mayores expertos en el examen forense de pruebas sonoras. West afirmaba hace unos meses que las cintas donde Gibson arremetía contra Grigorieva habían sido cuidadosamente editadas, mientras que otros de sus colegas negaban que aquello pudiera asegurarse con rotundidad. Justo al mismo tiempo, el dentista de la ex del actor declaraba a la página de tmz.com que las instantáneas de las presuntas agresiones (filtradas también a la prensa) habían sido tratadas con programas de retoque fotográfico y que en realidad la nariz y los labios que aparecían en las mismas no pertenecían a Grigorieva... para dos días después declarar a otra web de la competencia que "quizás se había precipitado".

La batalla, desarrollada -faltaría más- en las páginas habituales dedicadas al cotilleo y la paparrucha, ha demostrado que Gibson cuenta aún con una gran base de fans que le seguirán a pies juntillas: en ellos creen los cabezas pensantes de Participant Media y Summit Entertainment, que pusieron en la mesa los 15 millones de euros para que el proyecto saliera adelante.

Después de que el actor fuera borrado a última hora de Resacón en Las Vegas 2 y de que dos de las producciones de su compañía, Icon, se fueran a pique, esta podría ser la revalida que demuestre si Gibson sigue siendo interesante para el gran público o si ya puede preparar su retiro (dorado o no). La última novedad al respecto se produjo hace un par de días cuando la copia definitiva de The beaver, que la productora había enviado al director, fue robada de su buzón aprovechando que el actor no estaba en casa. El veredicto final del culebrón (cinematográfico) lo tendremos el 23 de marzo, fecha del estreno en Estados Unidos.