El Prado recibe 'La Crucifixión' de Juan de Flandes en pago de impuestos
La obra, realizada para el retablo mayor de la catedral de Palencia, se exhibirá durante dos semanas, antes de ser sometida a una profunda limpieza
El grupo constructor Ferrovial compró hace unos meses una obra maestra de la pintura hispano-flamenca, la exquisita tabla La Crucifixión de Juan de Flandes, que hoy ha entregado al Museo del Prado en concepto de pago de impuestos por valor de siete millones de euros. La ministra de Cultura, Carmen Calvo, ha formalizado la entrega de la obra, procedente de la colección privada de la familia Arburua. Desde hoy y durante dos semanas, se exhibirá en el museo, antes de ser sometida a una profunda limpieza. La tabla, que data de tiempos de los Reyes Católicos, fue realizada para el retablo mayor de la catedral de Palencia y se encuentra en un perfecto estado de conservación.
Calvo ha considerado la compra como "una adquisición fundamental para el museo, que sólo puede adquirir piezas de gran nivel de excelencia" y ha recordado que desde 1986, fecha en la que comenzaron a permitirse las adquisiciones por el sistema de dación -transmisión al acreedor del dominio de un objeto en compensación de una deuda- "se han invertido 150 millones de euros en la compra de piezas para este museo". Momentos como el de hoy "son los más felices" para Rodrigo Uría, presidente del Patronato, quien ha destacado la importancia del sistema de daciones, que permite que un museo que atesora unas colecciones tan importantes como el Prado pueda aumentarlas.
Para Uría, la tabla de Juan de Flandes "es un hijo pródigo del Prado", museo que tiene como objetivo mantener la excelencia y calidad de sus colecciones "contra viento y marea". La obra se suma a otras cuatro que el museo posee de Juan de Flandes que, "aunque son buenas, no tienen la categoría de obra maestra", según Pilar Silva, jefe del departamento de pintura flamenca y escuelas del norte. De estas obras, únicamente Resurrección de Lázaro se exhibe en el museo, que también posee la tabla Santiago Apóstol, en depósito en el Museo de Peregrinaciones de Santiago de Compostela. Para Gabriele Finaldi, director adjunto de conservación, es una gran satisfacción tener esta "obra maestra de la pintura hispano-flamenca".
"El canto de cisne" del artista
Finaldi ha recordado que "existe mucha competencia" para que un cuadro entre a formar parte de las colecciones del Prado "ya que tiene que estar a la altura y este obra lo está". La Crucifixión perteneciente a los momentos finales de la trayectoria de Juan de Flandes, artista influenciado por la pintura flamenca e italiana. "Es una obra de madurez con efectos extraordinarios, de gran sutileza y organización del espacio. Reúne todos los logros de la carrera de Juan de Flandes. Llama la atención el especial interés que el artista puso en la representación de las emociones de cada personaje y la forma en que se esmeró en los detalles, como las joyas distribuidas en el suelo al pie de la cruz", que aluden al Paraiso y a la Tierra Prometida.
De Flandes llegó a Castilla en 1496 como pintor de corte de Isabel la Católica. Desde la muerte de la reina, en 1504, permaneció en Castilla pero tuvo que someterse a las exigencias de sus nuevos encargos, grandes retablos que requerían un mayor número de tablas. A esta última etapa de su vida corresponden las pinturas que realizó para el retablo mayor de la catedral de Palencia, al que pertenece La Crucifixión, obra poco conocida, ya que se ha expuesto en pocas ocasiones, pero muy documentada. El pintor recibió el encargo en diciembre de 1509 y decidió para hacer para el banco o predela del retablo tres tablas, Camino del Calvario, Entierro de Cristo y, en el centro, La "Crucifixión.
Esta última es "el canto de cisne" de Juan de Flandes, según Pilar Silva. Tanto Finaldi como Silva han destacado la "composición absolutamente perfecta y estudiada" y de extraordinaria riqueza, muy poco común en la pintura hispano-flamenca, al conjugar de forma maestra tres elementos que difícilmente pueden encontrarse juntos en otras obras de la misma escuela y época: figuras, paisaje y naturaleza muerta. Silva ha destacado también la forma en que concibió el espacio y el modo de disponer a los personajes, que dota de resonancia italiana a esta obra, cuyo estado de conservación "es inmejorable". La tabla se convierte así en una joya de la colección de pinturas realizadas en España en tiempos de los Reyes Católicos, una etapa, del Románico al Renacimiento, en la que existen más lagunas y una calidad menor en conjunto.
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