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Reportaje:

El Prado da luz a la Edad Media

La pinacoteca remata su remodelación con una nueva mirada sobre el románico - 120 obras del siglo XIII al XVI se reparten en siete salas

Con esta nueva intervención, el Museo del Prado, por un lado, completa la ampliación de la institución en la parte que corresponde al edificio de Villanueva en su planta inferior y, por otro, reivindica una parte muy importante de sus fondos. Un tesoro tradicionalmente, si no ocultado, sí algo ensombrecido. Es la Edad Media y el comienzo del Renacimiento; esto es: lo que podríamos calificar como la "prehistoria" del arte moderno.

Para esta recuperación de lo medieval y protorrenacentista, Rafael Moneo, el arquitecto que ha hecho posible la ampliación desde el edificio Villanueva a la iglesia de los Jerónimos, entre otras cosas, ha diseñado una reconstrucción de lo que fue el espacio arquitectónico original de San Baudelio de Berlanga. Es visto de una manera diferente y más genuina de la que en su momento se pudo ver.

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En esta operación se recupera, por consiguiente, la Edad Media artística de nuestro país, que es la que sirve de fundamento y germinación de la Escuela Española, que florece siglos después, pero que mantiene el espíritu original. Esto significa, en primer lugar, no sólo que pueden ser de nuevo vistas las pinturas de san Baudelio de Berlanga y la Santa Cruz de Maderuelo, referencias míticas del arte español, sino hasta 120 obras, desde el siglo XIII al XVI, la mayor parte de las cuales nunca habían sido vistas en público o, pasado mucho tiempo, se habían olvidado. De esta manera, desde frescos románicos hasta los precursores de la modernidad en España, como Bermejo o Fernando Gallego, desde Juan de Flandes hasta el divino Morales, nos es de nuevo restablecida la genealogía histórica del arte español.

Dibujando un panorama sintético hay que destacar que a partir de ahora se van a exhibir asimismo obras capitales que el Museo del Prado ha ido adquiriendo en el último lustro. Algunas de una importancia tan extraordinaria como El calvario, de Juan de Flandes, una obra de un calado que evidentemente desborda los límites de lo español para convertirse en una referencia internacional, como la tabla de La Virgen de la Leche, de Pere Lembrí (hacia 1412). Por no hablar de la también importantísima adquisición de El nacimiento de la Virgen, de Morales, que pone en su debido valor la relevancia de un pintor hasta el momento inadecuadamente retenido por la sombra genial de El Greco.

Estamos con este nuevo episodio de la ampliación del Museo del Prado ante un planteamiento del despliegue de la colección de la institución que en absoluto puede considerarse rutinario.Incide directamente sobre los fundamentos o raíces de la identidad, más que de la Escuela Española, del gusto de nuestro país, que comporta no solamente una colección de obras o de autores magistrales, sino que nos adentra en el meollo de nuestra identidad.

En el publicitado proceso de ampliación del Museo del Prado, tan ansiosamente esperado durante décadas, se produjo un comprensible equívoco al considerar que la espectacular obra realizada por el insigne arquitecto Rafael Moneo habilitando un ingreso subterráneo desde la zona de los Jerónimos, terminaba con la cuestión. Sin embargo, existían muchas otras cuestiones pendientes: en primer lugar, el despliegue de la colección en relación con el espacio renovado; en segundo lugar, la redistribución de servicios que resultaban imprescindibles para el buen funcionamiento del museo. Ahora lo que resulta imprescindible es la definición de la colección histórica en todos sus complejos elementos, como la importante colección de esculturas o la prehistoria de la colección de pinturas que comprende desde la Alta Edad Media hasta el comienzo del Renacimiento, que por fin vemos restablecida y ampliada.

Pinturas murales del siglo XII de la iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), situadas en una de las nuevas salas del Museo del Prado inauguradas ayer.
Pinturas murales del siglo XII de la iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), situadas en una de las nuevas salas del Museo del Prado inauguradas ayer.CRISTÓBAL MANUEL

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