'Pequeñas voces': el drama de los niños colombianos
Una película animada con dibujos de niños refugiados emociona en el festival de Cartagena de Indias
Hay 20 millones de niños refugiados en el mundo. Un millón, según cifras de la ONU, son colombianos. La película Pequeñas voces, ganadora en la categoría Documental del recién concluido Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, cuenta su historia desde su perspectiva. Una película animada en 3D donde las imágenes son sus dibujos, y el relato lo cuentan ellos mismos.
El director colombiano Jairo Carrillo (Bogotá, 1969) cuenta que la película le llevó 10 años de su vida. Todo comenzó en 2000, cuando entrevistaba a niños ingresados en la Cruz Roja en su Colombia natal. Descubrió que el drama de los desplazados, los campesinos obligados a dejar su tierra por amenazas de la guerrilla o los paramilitares, era aún mayor cuando era contado por un niño. Ahí nació un cortometraje animado también llamado Pequeñas voces, que se estrenó en 2003. La voz de un niño habla de que un día "empezó a escuchar combates entre la guerrilla y paramilitares, salimos corriendo para arriba y solo sonaba 'ratatatatatata'". El relato es ilustrado con sus dibujos, animados con sencillez.
¿Y por qué en 3D? "Por Avatar", reconoce el director Jairo Carrillo
El éxito del corto (recorrió más de una decena de festivales) y la abundancia de historias por contar empujó a Carrillo a llevar el relato más allá. Entrevistó a más de 150 niños e integró al equipo a un nutrido grupo de jóvenes realizadores colombianos (ninguno superaba los 30 años cuando comenzaron) y que no tenían mayor experiencia en la producción de un largometraje. El proceso fue tan largo que "hubo gente que trabajó, luego se fue a hacer otra película, luego a hacer un máster, y regresó a hacer Pequeñas voces", afirma entre risas Óscar Andrade, encargado de la animación del filme y codirector de la cinta.
Sorprende la naturalidad con la que los niños hablan de la lucha armada. Mencionan un combate y saben quién está peleando, aunque no tienen muy claro el por qué. "Lo más dramático es que los niños ven la violencia como algo normal. No la cuestionan, asumen que el mundo es así". Los dibujos que inspiraron a los animadores se convirtieron en sofisticados paisajes que no pierden su aire infantil. Para Carrillo, lo más conmovedor es cuando un niño habla del momento más triste de su vida: no es dejar su casa ni perder todas sus pertenencias, sino la despedida de sus animales.
En sus proyecciones durante el Festival de Cine de Cartagena, Pequeñas voces robó lágrimas a los espectadores y arrancó aplausos espontáneos y sinceros. Los dibujos muestran bombas que arrancan brazos y piernas, ríos de sangre, gigantescos combatientes que amenazan y aterrorizan. Y la meticulosidad en los detalles demuestra el trabajo en equipo de todos los que colaboraron en la película ("muchos de ellos dieron el 110% por Pequeñas voces", subraya el director), que hicieron posible que tuviera un coste inusualmente reducido para un filme animado en 3D: medio millón de dólares. ¿Y por qué en 3D? "Por Avatar", reconoce Carrillo. "Es difícil convocar a la gente a las salas y lo más importante es que esta película se vea. Que mucha gente la vea".
Babelia
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