Niemeyer en estado puro
Un filme retrata la obra y la vida del arquitecto brasileño de 99 años y desvela su profunda pasión por la vida y las mujeres
Oscar Niemeyer: la vida es un soplo, un documental de 90 minutos cuyo estreno está previsto para el próximo viernes en los cines brasileños, retrata la obra, la vida y la firme opción política de este arquitecto, humanista y comunista que el próximo 15 de diciembre cumplirá 100 años.
Además de las obras arquitectónicas de Niemeyer, de las que el propio autor comenta cómo las concibió, el filme muestra a un genio humano que ama a las mujeres, hasta el punto de haberse casado a los 98 años a escondidas de su familia, que tiene pánico de los aviones y que nunca desistió de su opción por el comunismo. Su título procede de una declaración en la que el propio Niemeyer asegura que la vida es un soplo y que por eso hay que aprovecharla.
El filme, con dirección y guión del documentalista brasileño Fabiano Maciel, aprovecha los testimonios informales del arquitecto sobre su obra, la política, los amigos, las mujeres y Brasil para trazar el perfil de Niemeyer, complementado por testimonios de personajes que lo conocieron como José Saramago y Eduardo Galeano. Saramago, otro comunista y humanista, habla sobre la integridad y la coherencia del arquitecto, y Galeano lo pone todo cabeza abajo y asegura que Dios se inspiró en el arquitecto cuando creó la geografía de Río de Janeiro.
"Es conocido que Oscar Niemeyer odia el capitalismo y odia el ángulo recto. Contra el ángulo recto, que ofende el espacio, él ha hecho una arquitectura liviana como las nubes, libre, sensual, que es muy parecida a los paisajes de las montañas de Río de Janeiro, montañas que parecen cuerpos de mujeres acostadas, diseñadas por Dios el día en que Dios creyó que era Niemeyer", afirmó Galeano. Además de los testimonios del Nobel portugués y del escritor uruguayo también hay los de personajes como el historiador Eric Hobsbawn, el ex presidente portugués Mario Soares, el cineasta Nelson Pereira dos Santos y el cantautor Chico Buarque.
La película será proyectada el miércoles en una sesión especial en el Congreso brasileño, cuya sede es obra del arquitecto, y comenzará a ser exhibida a partir del viernes en el circuito comercial de las ciudades de Río de Janeiro, São Paulo, Belo Horizonte, Brasilia, Porto Alegre y Curitiba. El documental es lanzado en el año en que todo Brasil conmemora el centenario de uno de sus mayores genios, pero comenzó a ser producido hace diez años como un documental que homenajearía a Niemeyer por sus entonces 90 años.
El propio arquitecto revela en la pantalla el secreto de su longevidad: "las mujeres". Las mismas mujeres que lo llevaron a revolucionar la arquitectura con una protesta contra los ángulos rectos para suprimirlos por curvas, como las formas de las mujeres, y que lo llevaron a agotar todas las posibilidades del hormigón armado.
En sus testimonios Niemeyer revela las ideas que lo inspiraron cuando concibió los palacios de la moderna Brasilia, entre ellos la sede de la Presidencia, del Congreso y del Tribunal Supremo, pero también la Catedral y el Teatro Nacional. Igualmente comenta algunas de sus obras más famosas, como la sede del Partido Comunista Francés y la de la Editora Mondadori en Milán.
Pese a los problemas para conseguir financiación, la película de Maciel, un ya premiado documentalista que por primera vez experimentó el formato del largometraje, exigió a sus productores desplazamientos a seis ciudades brasileñas, así como a Francia, Italia, Argelia, Estados Unidos, Uruguay, Inglaterra y Portugal.
En su perfil de contestatario, Niemeyer aprovecha las entrevistas para criticar la burguesía, el capitalismo y los medios de comunicación, y para reiterar que está cansado de tener que explicar todo lo que hace o dice.
Apoyado por imágenes de archivo raras e inéditas, el filme narra las amarguras que el arquitecto sufrió por decirse comunista durante el régimen militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985. En sus apariciones el arquitecto se atreve hasta en asuntos metafísicos, como la insignificancia del hombre ante el Universo, y reitera su ideal de una sociedad más justa.
"Cuando me encomiendan un edificio público, intento hacerlo bonito, diferente, que genere sorpresa. Porque sé que los más pobres no van a disfrutar nada, pero ellos pueden detenerse para verlo y tener un momento de placer, de sorpresa. Es esa la forma en que la arquitectura puede ser útil", asegura Niemeyer.
Babelia
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