El Nadal consagra a Casavella
El autor de 'El triunfo' traslada su crítica al XVIII con 'Lo que sé de los vampiros'
La obra del escritor Francisco Casavella (Barcelona, 1963) ha estado marcada por contener jirones del género picaresco, en un contexto de engaños, apatía moral y sordidez, con la que ha retratado -y, cada vez más, reflexionado- su ciudad natal y la España contemporánea. Los estragos que el estilo y la mirada de este outsider pueden causar en el siglo XVIII, a partir de las peripecias de un personaje que da vueltas por las cortes de media Europa, podrán apreciarse en la novela Lo que sé de los vampiros, con la que ayer Casavella ganó su primer gran premio: la 64ª edición y los 18.000 euros del Nadal, que convoca la editorial Destino, y que le consagra en las letras españolas.
La realidad actual estuvo ayer poco presente en los galardonados en la velada literaria decana de España, puesto que la obra finalista, El club de la memoria, de la periodista sevillana Eva Díaz, juega con la memoria histórica de supuestos miembros de las Misiones Pedagógicas republicanas, mientras que el ganador del 40 Premio Pla de prosa en catalán, el mallorquín Melcior Comes, apostó con La batalla de Walter Stamm por ubicar a su protagonista en plena batalla de Stalingrado.
Melcior Comes, premio Pla, lleva su acción a la batalla de Stalingrado
La finalista, Eva Díaz, juega con la memoria de las Misiones Pedagógicas
Martín de Viloalle es el personaje que decide libremente, el 2 de abril de 1767, acompañar a los jesuitas expulsados de España. Miembro de una extraña sociedad entre filosófica y estafadora, esta voz que pulula de corte en corte de media Europa no dejará de formular sobre el engaño de la condición humana. "Es una tragicomedia, que es mi manera de mirar el mundo, en la que reflexiono sobre los pilares de la vida humana: la definición de identidad, los límites de la libertad y cómo soportar el peso de la historia", aseguró el autor. El marco del siglo XVIII lo justificó en el hecho de "ir a buscar los orígenes de todo eso en el siglo de las luces, el del despotismo ilustrado, donde lo importante era el sustantivo". Este afán no está muy alejado del que inspira la mayor parte de la obra de Casavella desde su debut con El triunfo (1990), premio Tigre Juan (1991). Los años y los libros han acrecentado la dureza de los personajes en un mundo ruin y la crítica social, como reflejó en Quédate (1993), Un enano español se suicida en Las Vegas (1997), que Antonio Chavarrías llevó al cine como Volverás, y la trilogía El día del Watusi (2002-2003), sobre la España de la Transición. Esa flaca por esos submundos y su casi nula presencia en los cenáculos explican que Casavella, colaborador habitual de Babelia, suplemento cultural de este diario, tenga poco en común con autores de su generación, como Ignacio Martínez de Pisón y Martín Casariego.
Una memoria histórica más clásica es la que hace aflorar Díaz (Sevilla, 1971) que, con su tercera novela (tras Memoria de cenizas e Hijos del mediodía), aprovecha los hallazgos de diversos diarios de miembros de las Misiones Pedagógicas para "recuperar un episodio valiente y memorable en un país memoricida". Comes se embolsó los 6.000 euros del Pla con el horror de un joven soldado nazi asignado como pasante de un oficial que acabará traicionando al Tercer Reich. Walter será obligado a ir a la batalla de Stalingrado. Un combate sin par, como la trayectoria de Comes, que cuenta cada una de sus obras narrativas por premios. Con una inmodestia quizá fruto de los nervios, Comes aseguró haber hecho una "lúcida y poderosa novela sobre la capacidad del hombre para sobrevivir y soportar el mal". Y se desmarcó de la exitosa Las Benévolas de Jonathan Little. "Allí el narrador es un verdugo que habla con complacencia; el mío es un chico culto que para sobrevivir ha de hacer barbaridades".
Con La batalla de Walter Stamm, Comes (Sa Pobla, 1980) parece dar la razón a los que vaticinaron que era uno de los nombres con más futuro de las letras catalanas tras su irrupción con la novela L'aire i el món (premio Ciutat d'Elx, 2003). Un año después obtuvo el Documenta con L'estupor que us espera (2005). En 2007 apareció El llibre dels plaers immensos, Ciudad de Palma 2006.
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