Muere el escritor argentino Rodolfo Fogwill
El autor de 'Los Pichiciegos' tenía 69 años.- Fuentes hospitalarias afirman que ha fallecido por "un problema pulmonar"
Fogwill ha muerto esta madrugada. Uno de los tres escritores argentinos más destacados de la actualidad, Rodolfo Enrique Fogwill, que se hacía llamar sólo Fogwill, "como Sócrates, Platón y Aristóteles", ha fallecido a los 69 años en Buenos Aires por un enfisema pulmonar. Lo mató la afición al cigarrillo, esa misma que había observado en él Jorge Luis Borges en sus últimos años de vida, cuando Fogwill comenzaba a hacerse un novelista conocido. Borges también dijo que aquel sociólogo y exitoso publicitario sabía mucho de coches. "Yo me puse contentísimo -recordaba Fogwill sin temor al ridículo-. 'Pero tarado', me dijo Enrique Pezzoni (otro crítico argentino). 'Quiso decir que no sos un escritor'."
Fogwill descolló por la prosa contundente, la innovación en las formas y la provocación. Escribió la novela que lo catapultó, Los pichiciegos, en seis días y con una ración dosificada de 12 gramos de cocaína. Transcurría la Guerra de las islas Malvinas entre su país -Fogwill nació en Bernal, un suburbio del sur de Buenos Aires- y Reino Unido, y aquel publicitario de 41 años que había publicado sus primeras poesías quiso narrar aquel conflicto: "Ni los ingleses ni los malvineros, ni los marinos ni los de aeronáutica: ni los del comando, ni los de policía militar tienen un miserable frasquito de polvo químico, tan necesario. No hay polvo químico, nadie tiene. Con polvo químico y piso de tierra, caga uno, cagan dos, cagan tres, cuatro o cinco y la mierda se seca, no suelta olor, se apelotona y se comprime y al día siguiente se la puede sacar con las manos, sin asco, como si fuera piedra, o cagada de pájaros".
Fogwill integró, junto a César Aira y Ricardo Piglia, el podio de los escritores argentinos más sobresalientes después de que en los ochenta murieran Borges y Julio Cortázar. Escribió más de 20 libros, entre ellos los poemarios El efecto de realidad (1979) y Lo dado (2001), los libros de cuentos Música japonesa (1982) y Cuentos completos (2009) y las novelas Muchacha punk (1992) y Vivir afuera (1998), por el que ganó el Premio Nacional de Literatura de Argentina seis años después. También creó su propia editorial, Tierra Baldía, desde que la promovió no sólo su poesía sino la de otros poetas hasta entonces desconocidos.
"Cuando yo asumí a Borges como paradigma ya sabía que no iba a ser Borges -dijo a EL PAÍS en una entrevista publicada en marzo pasado , cuando estaba escribiendo dos novelas-. No fui un paso más allá. No descubrí nada. Pero exploté bien la oportunidad. Escribí el destape 10 años antes del destape. Fui el primer tipo de la historia de la literatura que puso un consolador eléctrico en un texto literario. Y además, el destape filosófico. Yo fui el primer escritor de la reaganomics, o sea, de la caída de cualquier anclaje real de las utopías comunistas. No hubo una literatura más militantemente posmoderna que la mía de 1978."
El pasado 18 de julio publicó un relato en EL PAÍS en la columna Verano húmedo. Se tituló Ensueño Tropical. Escribía todas las semanas en el periódico argentino Perfil sus brutales columnas de opinión. "El provocador se peleó con mucha gente: con las Madres de Plaza de Mayo, con Piglia, con las campañas a favor del aborto, con el divorcio (él, que se separó muchas veces), con los propulsores del matrimonio gay (el matrimonio es "la institución más mierda que produjo la sociedad contemporánea", argumentó), con la legalización de la droga (que no se privó de consumir)", recordó hoy un obituario escrito por Gabriela Cabezón Cámara en el periódico Clarín.
Fue profesor de sociología en la Universidad de Buenos Aires hasta que en la dictadura militar de 1966/1973 lo echaron por "comunista". Después hizo fortuna como creativo publicitario hasta que otro régimen de uniforme, el de 1976/1983, lo metió preso por estafa. A los 39 años optó por la literatura. "Yo no podría escribir como vengo escribiendo desde hace veinte años si no tuviera cinco hijos, rencor por las cagadas que hice con mi vida y con las de los demás, enemistad con el orden social o un conocimiento ya hastiado de ciencias sociales. Tampoco si tuviera una esposa que te sigue con un trapo, te cocina rico especialmente, te trae regalitos...", le contó a EL PAÍS en marzo.
Mira aquí el lugar de trabajo de Fogwill tal y como lo publicó Babelia en su sección El Rincón
Babelia
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