Muere Chano Lobato, alma de los cantes de Cádiz
Tenía 82 años.- Permanecía en cama debido a una diabetes
Juan Ramírez Sarabia, Chano Lobato, considerado el mejor intérprete vivo de los cantes de Cádiz, murió anoche en su domicilio de Sevilla. Lobato, de 82 años, se encontraba muy delicado de salud desde hace dos meses y permanecía en la cama debido a una diabetes galopante y en los últimos días estaba inconsciente. La capilla ardiente ha quedado instalada en el tanatorio de la SE-30 de Sevilla, informaron fuentes cercanas a su empresa.
Nacido en el gaditano barrio de Santa María, cuna de artistas, este cantaor rubio y payo se quedó huérfano siendo casi un niño, lo que le obligó a ganarse la vida por las tabernas desde temprano. Heredero de la picardía gaditana de Ezpeleta y Pericón de Cádiz, de Chano Lobato destacaba su arte como contador de historias, "las cosas de Cádiz", que eran anécdotas, recuerdos, e invenciones, sobre cuestiones como la invención de la siesta por parte de los tartessios, las hambres de la posguerra o las aventuras que vivió como cantaor de una gran compañía de baile que rodó por el mundo durante más de dos décadas.
Era un cantaor largo. Se le recuerda por su maestría cantando por cantes de Cádiz: alegrías, cantiñas o tanguillos, pero era capaz de interpretar como pocos malagueñas, soleares y seguiriyas o cantes más festeros, como bulerías o tangos. Siempre con el gusto de Cádiz, y siempre como un auténtico maestro del compás. Realizó su carrera profesional, ya como cantaor en solitario, en Cádiz, Sevilla, donde cantó en el Patio Andaluz, y en Madrid, donde actuó en El Duende y Arco de Cuchilleros. En 1996 recibió la Medalla de Andalucía.
Pero antes estuvo 25 años en la compañía de Antonio el Bailarín y posteriormente con Matilde Coral, como cantaor de atrás, que es como se dice en el flamenco a los cantaores que acompañan al baile. Tímido y humilde, se resistió a lanzar una carrera en solitario como cantaor de adelante, aunque finalmente se decidió a hacerlo. Publicó dos discos como cantaor, La nuez moscá (1996) y Azúcar cande (2000).
Babelia
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