Mensaje anarquista

Actor de teatro, guionista y posteriormente productor, director e incluso protagonista de varias de sus películas, Jean-Pierre Mocky es un curioso personaje del cine francés del que entre nosotros se conoce muy poco o nada en la medida que de las dieciocho películas que ha dirigido ésta es la segunda que se estrena en España, y lo hace con nueve años de retraso. De forma un tanto chapucera, pero eficaz y teñida de un chirriante y peculiar humor, Mocky siempre cuenta una historia que le permita caricaturizar determinados aspectos de la sociedad que le rodea.En El albatros, que se puede considerar como una segunda parte de Solo (1969), porque empieza donde ésta termina, se desarrolla en el mismo ambiente y su protagonista es una prolongación de aquél, emplea el terreno del «cine negro francés» para hacer un sórdido retrato de la política, los políticos y sus métodos. Mal rodada y peor fotografiada, tiene una divertida trama plagada de incoherencias, donde un evadido de un presidio, en su camino hacia la libertad, rapta a la hija del presidente de uno de los dos grandes rivales políticos, ocho días antes de las elecciones, en plena campaña electoral. El relato está estructurado en función de la increíble escena final, en que la pareja retoza en una de las garitas de los vigilantes de la prisión, ante la atenta mirada de una numerosa audiencia compuesta por el director, guardianes y público que pasa por la calle, para luego caer muertos cada uno a un lado del muro de la prisión, mientras al fondo se oye una triste canción de Leo Ferre.