Luis Francisco Esplá: "He sido un torero distinto"
El diestro anuncia su retirada para el próximo año
"La idea me venía rondando ya hace un par de años por la cabeza, pero no acababa de encontrar el momento. Uno ya no tiene edad para exponerse a que un Victorino le parta en dos y mi estilo de toreo no es el que está ya de moda. La alternativa de mi hijo Alejandro el año que viene ha sido el detonante para tomar la decisión de retirarme la próxima temporada". Así explica la que supone una de las decisiones más graves de su vida, meditada con detenimiento, Luis Francisco Esplá, matador de toros de 50 años de edad y treinta y dos de alternativa. Sin duda, uno de los toreros más importantes de los últimos tiempos.
La despedida va a ser de lujo: una exclusiva firmada con los choperitas, actuales empresarios de la plaza de Las Ventas y de varias más, le llevará a torear un buen número de corridas en los cosos más importantes de España y Francia. Sobra decir que será el padrino de alternativa de su hijo, uno de los novilleros más prometedores del escalafón, en lugar y fecha aun por decidir: "Esto me supondrá sentir mi propia sucesión". En ello no ha influido su último disgusto en a pasada Feria de San Isidro, cuando afirmó que no volvería a torear en Las Ventas, decisión que ha reconsiderado: "Eso no tiene nada que ver. Madrid es como es y hay que aceptarla así. Las modas cambian y ahora priva el toreo épico, que está lejos de mi concepción artística".
Así que también hará el paseíllo el año que viene en el ruedo venteño para despedirse de una afición que le ha admirado y aplaudido durante muchos años, y donde ubica el mejor momento de su carrera: "La corrida de los Victorinos del 82, aquella que se llamó la del siglo, es tal vez, el mejor recuerdo que me llevo de mi vida profesional. Llevaba ya algún tiempo de alternativa, los toros me habían pegado fuerte y no acababa de remontar. Aquella corrida me dio un gran impulso."
Fue también en la plaza de Madrid donde Luis francisco Esplá desplegó sus mejores armas como torero: un concepto integral de la lidia, vivo, alegre y bullidor, en el que tuvieron tanta importancia o más que el tercio de muerte, en el que se incluye la faena de muleta, los de varas y de banderillas. La resurrección que hizo de suertes y maneras del toreo antiguo, a las que dotó de sentido contemporáneo, gustó mucho a los aficionados y supuso su aportación personal y posmoderna al arte de torear: "Sí, creo que llevé la posmodernidad a la Fiesta y he sido también un artista conceptual; he tratado de hacer inteligible a los aficionados el toreo y me he afanado en explicar a la vista por qué se hacen las cosas a los toros". Y todo ello imbuido de un sentido de la espectacularidad: "Yo me he criado en una escuela taurina que fundó mi padre y la idealización del toreo que hice allí requiere de una puesta en escena, de la realización de una liturgia. Siempre he pretendido escenificar lo que me enseñaron a hacer. Tenía que darle a la lidia una coherencia. Eso es lo que hizo que se me viera como un toreo distinto. Algunos me tacharon por ello de histriónico". Sus detractores solían decir también que Esplá lo hacía todo en el ruedo, menos torear: "El toreo ha sido siempre un espectáculo de extremos y yo no he dejado indiferente a nadie, para bien o para mal; sencillamente, he sido distinto". Sostiene, además, una muy personal teoría sobre la necesidad de que los artistas asuman sus defectos y no los combatan: "La belleza crea simetría; el defecto es lo que realmente nos diferencia; hay que metabolizarlo y convertirlo en verdad".
Si de algo se siente Esplá particularmente orgulloso es del gran respeto que le dispensan los profesionales del toreo, aunque ha tenido problemas con lo que denomina como el taurinismo inútil: "Sobre todo, cuando he hablado de lo viciado de las estructuras taurinas. El negocio taurino es endogámico y esto lo convierte en algo decadente. En su interior huele muchas veces a podrido. Tenemos que girar la vista a la Francia taurina y tomar de ella el rigor y la seriedad con el que hacen la cosas. Su reglamento taurino no es más que el puro sentido común puesto en práctica".
Sobre el debate contemporáneo que afecta a su existencia misma, el maestro alicantino considera que la fiesta de los toros tiene pleno sentido y vigencia en el siglo XXI: "Hasta que no me muestren que el toreo es perjudicial para la salud moral de quien lo contempla, cuestionaré su rechazo. Está impregnado de valores culturales y morales tales como la honradez, la honestidad y el sentido de la verdad, que, en otros ámbitos, se empiezan a echar de menos. Lo que escuece y escandaliza es que la vida y la muerte se produzcan en él de manera real. Si estamos comiendo y vemos cómo fusilan a alguien por la televisión nos da igual, porque entre ese hecho y nosotros media un cristal, que es la manera que tiene la sociedad de alejarse de la realidad de la muerte".
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