Literatura de trincheras en Oriente Próximo
Auster, Mankell y Safran Foer participan por separado en festivales literarios organizados por palestinos e israelíes en Jerusalén
Esta ha sido una semana de alta intensidad literaria en Jerusalén. Israelíes y palestinos han celebrado sendos festivales literarios que han contado con el apoyo o participación de grandes escritores como Paul Auster, Henning Mankell, John Berger o Jonathan Safran Foer. Los certámenes se han celebrado al mismo tiempo y en la misma ciudad. No ha habido sin embargo ni una mención, ni un atisbo de colaboración entre unos y otros. Autores y festivales se han dado la espalda. Henning Mankell explica el porqué a este diario. "Sí, claro esto va de literatura, pero participar en un festival o en otro es una decisión política. Espero que algún día haya un solo festival, pero me temo que eso va a llevar tiempo". Algo parecido piensa Tsila Hayun, la directora artística del festival israelí. "No hay que ser inocente. Está claro que los autores que vienen a Israel están lanzando un mensaje político. Aún así, me deprime que dos festivales se celebren en la misma ciudad, a pocos metros de distancia y seamos incapaces de hablarnos".
Mankell es uno de los que ha participado en el tercer festival palestino de literatura y dice haber rechazado invitaciones israelíes en ediciones anteriores porque asegura que lo que le interesa es que "se escuche la voz de los palestinos". Cerca de una veintena de escritores han recorrido con él Cisjordania. En Nablus, Ramala, Hebrón o en Jenín han leído sus obras y han impartido talleres a los universitarios palestinos. "Muchos escritores creen que saben algo del conflicto hasta que llegan aquí. Verlo es otra cosa", asegura la escritora británica Victoria Brittain y una de las organizadoras del festival. Ella dice que se enteró de que se celebraba el certamen israelí al mismo tiempo ya en Jerusalén y le parece casi lógico que unos y otros se hayan ignorado. "Muchos intelectuales palestinos están aislados y los checkpoints y controles limitan sus movimientos, así que se trata de ir a donde están ellos".
La política, omnipresente
En el lado israelí, decenas de escritores han conversado entre ellos y ante el público durante cuatro días acerca de literatura, cine y creatividad. La política, omnipresente en esta parte del planeta, se coló también en muchas de las sesiones. El escritor israelí Amos Oz, ameno contador de historias, habló de cómo los habitantes de Jerusalén viven "obsesionados con un pasado que glorifican", y cómo mirar atrás dificulta cualquier solución de futuro. David Grossman charló con Paul Auster de literatura, amistad y también de política en la sesión estelar del festival. Grossman consideró a su país, Israel "un Estado suicida. Vemos hacia dónde nos dirigimos y aún así continuamos caminando en esa dirección". Auster tampoco ofreció una descripción muy alagadora de las sensaciones que se lleva de su viaje. "La gente está agotada de tanto conflicto. Algo tiene que cambiar", estimó.
El pesimismo sobre la situación en Oriente Próximo y la falta de perspectivas alentadoras ha sido uno de los puntos de acuerdo entre los escritores de uno y otro festival. "Tal vez no sería mala solución volver a estar bajo el dominio del mandato británico", llegó a bromear Oz durante la sesión inaugural del festival israelí. Aún así, y a pesar de que la segregación literaria no supone sino un reflejo de la falta de comunicación entre israelíes y palestinos; las lecturas, conciertos y charlas sosegadas produjeron esta semana en Jerusalén un atisbo de normalidad poco frecuente en esta ciudad.
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