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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jugar y conjugar

Es Si te dicen que caí la película más ambiciosa de cuantas se exhibieron en el reciente festival de San Sebastián. Es también una de las que, a ráfagas, dejó ver mejor cine en este encuentro. Pero el filme no obtuvo ningún premio y nadie protestó por ello: no lo merecía. Tiene algo esta película que neutraliza sus ambiciones y apaga las chispas de buen cine que contiene, porque en ella hay distancias astronómicas entre lo que busca y lo que encuentra, entre lo que quiere y lo que logra.Al final de su proyección produce el malestar que desprende la inteligencia cuando, dando muestras sobradas de existencia, no ha estado a la altura de sí misma. Si te dicen que caí contiene casi todos los ingredientes que conforman lo que se considera una buena película: solvencia en la realización, producción generosa, ambientación y escenografía creíbles, fotografía impecable y una docena de excelentes intérpretes, entre ellos una Victoria Abril que logra estremecer en ocasiones.

Si te dicen que caí

Dirección: Vicente Aranda. Guión: Vicente Aranda, basado en la novela de Juan Marsé. Fotografía: Juan Amorós. Escenografía: Josep Rossell. Música: José Nieto. España, 1989. Intérpretes: Victoria Abril, Jorge Sanz, Antonio Banderas, Javier Gurruchaga, Guillermo Montesinos, Joan Miralles, Ferrán Rañé. Estreno en Madrid: Conde Duque y La Vaguada.

¿Qué ocurre en Si te dicen que caí para que este conjunto de buenos elementos que se intentan conjugar no dé lugar a una buena película? La respuesta está contenida en el enunciado de la pregunta: tales elementos se intentan conjugar, pero no son efectivamente conjugados. Existen, pero no recíprocamente. Están en la pantalla, pero no engarzados, sino dispersos; no vertebrados, sino conformando un magma de tiempos, secuencias y metáforas que se acerca al galimatías, a lo ininteligible o, en el mejor de los casos, a lo confuso. No logra, a nuestro juicio, Aranda proporcionar un punto de vista a su recreación de la novela de Marsé y ésta se le viene encima como una losa.

La razón es simple: el guión, el curso donde busca lugar esa conjugación, no existe en Si te dicen que caí, o existe de manera tan embrionaria y desordenada que se niega a sí mismo. Hay filmes en los que la racionalidad M relato, la textura (o partitura) del guión se escribe sobre la marcha, en el rodaje y el montaje. Este tipo de filmes no abunda, sus ejemplos son pocos; pero los hay, y algunos (para orientarnos) tan ilustres como Pierrot el loco y Stromboli, en los que la historia o antihistoria surgió del precitado entre las miradas de Godard y Rossellini, el itinerario que estas miradas recorren y la irrupción de unos actores en esquinas de ese itinerario físico y poético, diseñado literariamente en una pocas cuartillas y desarrollado a medida que el filme tomaba cuerpo en la imaginación del cineasta.

Lenguaje

No es éste el caso de Aranda, cineasta (como la mayoría de los actuales, incluidos los españoles, tal vez con la excepción de Iván Zulueta, que se sirve del guión sólo como mínima percha, como puso de manifiesto en su reciente contribución a la serie de TVE Amores difíciles) que necesita, por talante personal o por imperativo de producción, un guión previo muy acabado, pues no es de los que lo escriben cámara en mano. Pero el guión sobre el que Aranda construye las imágenes de Si te dicen que caí no es más que una traducción (no recreación) de la novela, por lo que no logra escapar de ella y convertir a su filme en obra autónoma, regida por leyes de inteligibilidad propias.Y las hermosas partes que el filme encierra naufragan en el esfuerzo no logrado de engarzarlas y totalizarlas. Una obra en la que innegables talentos son devorados por la opacidad que crea en la mirada del espectador la no existencia de una brújula poética con la que orientarse en el entramado de los sucesos, los tiempos y los espacios. Hablamos al comienzo de defectos de conjugación. Tómese la palabra en su sentido estricto, como alusión a la zona más profunda del cine, a su condición de lenguaje.

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