Seres marginales

Inicialmente concebido como uno de los tres irregulares cortometrajes que lo integran, Veneno fue ampliándose hasta convertirse en un largometraje gracias a diversas aportaciones económicas que permitieron a su director, guionista y comontador Todd Haynes rodar otras dos historias de similar temática, entremezclarlas y convertirlas luego en una película.De manera que el principal inconveniente de esta modestísima producción independiente norteamericana realizada entre los años 1989 y 1990, es haber llegado a lo que es por casualidad, pues no estuvo planeada desde un principio como un largo. Esto supone, para el espectador no avisado, y dado el excesivo primitivismo narrativo demostrado en todo momento por Todd Haynes, que al principio parezca que existan en la película más nexos de unión entre las tres historias que los puramente casuales. Pero más tarde se descubre que cada episodio va por su lado.

Torpeza y simplicidad

El máximo atractivo de Veneno reside en el diferente tono narrativo que Haynes ha dado a cada una de sus historias, y en el olvidado aire underground que alcanza el conjunto. Aunque se pierde entre la torpeza y simplicidad de sus inexistentes estructuras dramáticas. Esto se hace muy evidente en el episodio titulado Homosexualidad en la medida que pretende estar inspirado en Diario de un ladrón, de Jean Genet, y sólo llega a ser una torpe caricatura con algún instante que intenta ser osado.El episodio mejor y más original es el titulado Héroe. Narrado con un estilo a medio camino entre el reportaje de televisión y el cine familiar en super-8, gira en torno a un niño conflictivo que mata a su padre por pegar a su madre y luego se echa a volar. Sin duda es el primero realizado, y origen de los otros dos.

Con un claro aire de parodia de las películas de ficción científica de los años cincuenta, Horror cuenta la historia de un asesino leproso, un médico que mata por contagio al haberse confundido en uno de sus experimentos. Una idea con un mínimo atractivo, pero nada desarrollada y expuesta sin el menor atisbo de humor.

El peor de los tres episodios es Homosexualidad, por ser el más ambicioso, estar a su vez contado a través de dos secuencias temporales diferentes, lo que viene a complicar todavía más el resultado, y dejar muy clara la torpeza narrativa de su realizador, Todd Haynes. Sin embargo, es el pequeño escándalo creado en su momento por alguna de sus imágenes lo que ha hecho que, al cabo del tiempo, se estrene entre nosotros esta reminiscencia del cine underground de la década de los sesenta.