Golpe a la convivencia
Nunca he querido hacer proselitismo de la fiesta de los toros. Tampoco del boxeo, otra de mis grandes pasiones. Comprendo a quienes no quieran ir y no seré yo quien se meta a convencerlos. Pero tampoco me gusta que cercenen mi libertad ni me nieguen el mismo derecho a contemplarlos. El debate que se ha producido en Cataluña a raíz de la abolición o no del espectáculo en ese país me parece absolutamente lamentable. Es el ejemplo de una dinámica viciada por la falta de respeto a las libertades personales que nos coloca en una situación absurda.
Los nacionalistas han cogido en esta ocasión la sartén por el mango y se aprovechan de la debilidad general en que la sociedad está sumida para dar un golpe injusto a la fiesta. Eso es lo verdaderamente preocupante. La fragilidad para defender ciertos arrebatos que pueden romper el vaso de una convivencia normal para después no saber cómo nos repartimos los trozos.
No me sorprenden las prohibiciones tajantes y sin posibilidad de apelación. Es algo a lo que desgraciadamente nos vamos acostumbrando. Me da pena contemplar este panorama después de haber logrado tantas conquistas a raíz de la transición democrática.
Más en una fiesta de tal acervo cultural como los toros. "La más culta que hay hoy en el mundo", decía en su época García Lorca. Un acontecimiento que se pierde en sus raíces dentro de la noche de los tiempos, desde los íberos hasta nuestros días, que define nuestra identidad, del Mediterráneo al Pacífico, por su implantación en América. Sólo entiendo la persecución en la cabeza de quien está dispuesto a obligar a un país rico, abierto y cosmopolita como Cataluña a convertirse en un rincón donde reine un ruralismo sospechoso y semifascista. Ojalá no cunda el ejemplo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.