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Cine global para los dominicanos

Un festival lleva al país caribeño 30 filmes de todo el mundo

Una escena de <i>Los viajes del viento</i>, del director colombiano Ciro Guerra, que se proyectó en el Festival de Cine Global Dominicano.
Una escena de Los viajes del viento, del director colombiano Ciro Guerra, que se proyectó en el Festival de Cine Global Dominicano.

Una propuesta de cine alternativo y comprometido que se inauguró con una gala de tintes hollywoodienses; una cuidadosa selección de películas, muchas de ellas galardonadas en festivales de todo el mundo, a la que no hicieron justicia los títulos elegidos por la organización para la apertura y el cierre del certamen; grandes estrellas del celuloide y cineastas emergentes: los contrastes siempre presentes en República Dominicana han tenido su reflejo la tercera edición del Festival de Cine Global Dominicano, que se ha celebrado estos días en cinco sedes: Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata, Nagua y Cap Cana.

Unos cañones de luz anunciaban la noche del pasado día 18 en el cielo de Santo Domingo la inauguración del certamen, presagiando un estreno al estilo de Hollywood que no defraudó a los aficionados que esperaban a las puertas del Teatro Nacional: el actor estadounidense Michael Madsen (Reservoir dogs, Kill Bill), recorrió la alfombra naranja a lomos de una Harley Davidson, acompañado de un grupo de moteros que hicieron rugir sus máquinas. Madsen emulaba así su papel en Hell Ride, filme de Larry Bishop, producido por Quentin Tarantino y que no se ha estrenado en España.

El certamen rindió homenaje al actor egipcio Omar Sharif

Pero la estrella que iluminó esa noche fue Omar Sharif, que recibió un homenaje a toda su trayectoria. El actor egipcio, que alcanzó la cumbre de su carrera con su interpretación del doctor Zhivago en la película homónima de David Lean, agradeció emocionado el reconocimiento con un discurso en el que hizo gala de un perfecto dominio del español y sentido del humor.

Sin embargo, la temperatura descendió varios grados cuando el merecido homenaje a Sharif dio paso al estreno mundial de Touched, producción estadounidense dirigida por el argentino Dan Neira, cuyo lugar destacado en el certamen sólo se explica por la presencia de Shalim Ortiz, actor de ascendencia dominicana que coprotagonizó y produjo el filme.

Fue una elección desafortunada que no se correspondía con el alto nivel de la programación, en la que América Latina tuvo un peso importante: más de la mitad de los 30 largometrajes de ficción y documentales que se proyectaron son producciones de la región. Entre ellos hay obras de peso, como la chilena La nana, premiada en una decena de festivales -el último, la semana pasada, cuando obtuvo el Colón de Oro en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y sendos Colón de Plata a la mejor dirección (Sebastián Silva) y a la mejor actriz (Catalina Saavedra)- o la peruana La teta asustada, ganadora del Oso de Oro en el festival de Berlín, entre otros galardones.

Los espectadores también pudieron disfrutar de las últimas producciones de destacados cineastas, como Pedro Almodóvar (Los abrazos rotos), Carlos Sorín (La ventana) y Mike Leigh (Happy: Un cuento sobre la felicidad).

Los viajes del viento, del colombiano Ciro Guerra, que recibió en Cannes el premio Ciudad de Roma, dejará en la retina de los espectadores dominicanos algunas de las imágenes más bellas proyectadas en las pantallas de este festival. En ella, un juglar acordeonista y un joven que aspira a ser su aprendiz viajan desde Majagual (Sucre), hasta Taroa, más allá del Desierto de la Guajira, en un viaje que despliega un mosaico de paisajes y culturas del norte de Colombia, revelando una cara del país que "ni siquiera los colombianos han conocido y apreciado", explicó Guerra a EL PAÍS. "La idea era utilizar el cine para transportarnos allá, para conocer cómo esta música expresa la relación profunda que hay entre el hombre y la naturaleza", afirmó.

Entre tantas celebridades tuvo un valor especial la presencia en el festival del bailarín Irlan Santos da Silva, procedente del Complexo do Alemão, una de las favelas más violentas de Río de Janeiro, y uno de los protagonistas de Sólo cuando bailo. Este documental recorre unos meses de las vidas de Irlan e Isabela Coracy, dos adolescentes que viven en una favela de Río y luchan por obtener una beca de danza en Nueva York. Su raza y clase social representan claras barreras en el elitista mundo del ballet clásico. Para directora del documental, la británica Beadie Finzi, lo mejor de esta experiencia es "ver ahora a Irlan triunfando en Estados Unidos", donde ha sido contratado por el American Ballet Theatre.

Mari Paz Vega y Eva Florencia, protagonistas del documental Ella es el matador, dirigido por las españolas Gemma Cubero y Celeste Carrasco, también luchan por superar otra barrera, la que representa ser mujeres en el mundo del toreo. Tras la retirada de Cristina Sánchez de los ruedos, Vega es la única mujer matador de toros en activo, mientras que la debutante Eva Florencia se escapó de su casa en Italia a los 17 años para perseguir su sueño.

Tras la proyección de este documental se desarrolló un debate sobre la trascendencia de los papeles de género, algo que se repitió a lo largo del festival, con conversatorios sobre asuntos como las causas y consecuencias de la inmigración (Los que se quedan), la seguridad alimentaria (Food, Inc.), las amenazas para la conservación de mamíferos marinos (The cove) y los efectos de la sobrepesca (Al cruzar la línea).

Aunque las proyecciones se alargaron hasta ayer, el festival se cerró el pasado domingo con una gala en la que se entregó el premio del concurso de cortometrajes, otorgado a Rodrigo Montealegre por Pedro de Bella Vista y su sueño. En el acto también se proyectó el documental dominicano Sol Caribe, que reúne en una gira a 12 pioneros del merengue, la bachata y el son para presentar al mundo los ritmos del país caribeño.

El festival, que todavía está formando su público, tiene en su cuidada selección de cintas los mimbres que le permitirán luchar por un lugar destacado en el circuito internacional, a lo que aspira desde su propia denominación. Sin embargo, para eso debe abandonar el localismo: destacar Touched y Sol Caribe entre tantos filmes de calidad hace un flaco favor a la producción cinematográfica dominicana.

Cineastas obligados a la diáspora

El Festival de Cine Global Dominicano no se limitó a proyectar películas, sino que albergó una serie de talleres y paneles temáticos, desde clases magistrales de actuación y subtitulación a paneles de expertos que abordaron temas variados, desde el uso de los festivales como ruta de distribución a la restauración de películas, pasando por las herramientas digitales.

Una de las mesas redondas más interesantes reunió a cineastas dominicanos y haitianos que desarrollan su carrera en EE UU, obligados por la difícil situación de la industria cinematográfica en sus países (en el caso de Haití, prácticamente inexistente).

Participaron los dominicanos Jaime Piña y Albert Xavier y los haitianos Mario Delatour, Claude Mancuso, Reginald Chevalier y Moïse Camille, que coincidieron en destacar la necesidad de que ambos países colaboren. "Somos dos culturas en una misma isla, y juntos creo que lograremos hacer algo de impacto", afirmó Chevalier.

Piña, por su parte, reclamó la aprobación cuanto antes de la nueva Ley del Cine en República dominicana, y que se haga "como originariamente fue planteada, sin todos los intereses que hay alrededor", para permitir la consolidación de la industria nacional.

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