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Reportaje:

Canciones 'soul' de ida y vuelta a Nigeria

Nneka recoge en su tercer disco un periplo vital de huida y regreso a África

Daniel Verdú

Lo hizo a la vieja usanza. Salió un día a la calle en Hamburgo y vio un cartel de un pequeño sello discográfico llamado Yo mama's. Entró, sacó su maqueta de dos temas y les soltó: "Soy cantante, me llamo Nneka, si os gusta podéis producirme". Así de chula. Y funcionó. "Sí, fue bastante old school. Sin mánager, contactos... nada". Y carecía de todo, básicamente, porque había llegado a la ciudad dos años antes huyendo de Nigeria, sin un duro ni contactos. Pasó meses en un asilo con gente sin hogar y drogadictos. Luego, esta mestiza mitad africana mitad alemana, acabó en una institución de monjas y la cosa empezó a mejorar: consiguió un trabajó y empezó a estudiar arqueología. ¿La música? Una terapia, dice, para afrontar todo el suceso biográfico.

Una historia rocambolesca y delicada. Ella no está muy cómoda hablando del tema. "Me marché de Lagos por cosas horribles. No quiero profundizar mucho. Llegué a Hamburgo sola, sin conocer a nadie. Tuve que aprender alemán... Y no quise saber nada de África en tres años. Solo quería una buena educación y una vida sin violencia".

Desde entonces ha pasado de todo. Nneka (Warri, Nigeria, 1980) publica ahora Soul is heavy (Sony), su tercer disco fruto de una educación musical autodidacta y buenas influencias. Su afro-soul, repleto de mensajes políticos y cierto aire rap, ha entusiasmado a artistas como Lenny Kravitz, The Roots o Nas, que la han llevado de gira o remezclado alguno de sus temas. Y a todo eso, en el mejor momento, ha decidido que era el momento de volver a Nigeria. "Han pesado en este álbum asuntos como las revoluciones en Libia, los talibanes en Nigeria... Mi mensaje no puede funcionar si no soy aceptada en mi propia casa. No quiero ser una extranjera en Nigeria. Por eso vuelvo".

Donde nació han tardado en aceptar su música. Solo ha cuajado cuando han podido asociarla a otras artistas como Asa, también nigeriana y creadora de un sonido reconocible para ellos fuera de sus fronteras. "Desde que salí en el programa de David Letterman todo ha cambiado. Eso ayudó. Pero es una música complicada. La gente no quiere afrontar la realidad. Quieren la música para olvidar, beber, divertirse... Mi música habla de sus problemas, de la corrupción, la religión".

¿Y todo este éxito y su nueva vida tienen algo de malo? "No sé si nunca la tuve, pero echo de menos una cierta paz mental. Cuando no estaba en esto todo era más casual... Podía tomarme una copa de vino, fumarme un cigarro cuando me daba la gana... ahora estoy con eso del deporte, la comida orgánica, vivir sano...".

La cantante Nneka, en la terraza de un hotel del centro de Madrid.
La cantante Nneka, en la terraza de un hotel del centro de Madrid.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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