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'Brancaccio', la Mafia que no cesa

Un cómic retrata sin tapujos el miedo de un barrio siciliano bajo la tiranía de la ley del silencio - Sus autores denuncian los métodos de la 'omertà'

Guillermo Altares

Brancaccio es un barrio de Palermo donde no existe el Estado, pero sí la ley, unas normas no escritas que no imponen ni policías, ni jueces, sino unos tipos que dan órdenes con gestos, miradas y palabras que nunca llegan a pronunciarse. Los autores sicilianos Giovanni di Gregorio, guionista, y Claudio Stassi, dibujante, han retratado en el cómic Brancaccio (Norma) ese lugar donde las peleas de perros son habituales pero no existe una comisaría y donde los servicios sociales brillan por su ausencia.

La historia tiene puntos en común con Gomorra, aunque afortunadamente sus autores no han tenido los problemas a los que se enfrenta Roberto Saviano, que vive escondido, sometido a una permanente amenaza de muerte de la Camorra. Sin embargo, como ocurre con el libro del napolitano, todo lo que se cuenta en sus páginas es real, todo lo que se describe ha ocurrido y, lo que es peor, sigue ocurriendo. Stassi, de 31 años, ha pasado casi toda su vida en Brancaccio y ahora reside en Palermo. Di Gregorio, palermitano de 35 años, lleva varios años afincado en Barcelona.

La historia tiene puntos en común con 'Gomorra', de Saviano

"Nos encargaron un cómic sobre la Mafia", explicaba Di Gregorio durante el Festival del Cómic de Angulema, el mayor encuentro europeo dedicado a los tebeos, que se clausuró el domingo en esa ciudad del centro de Francia. "Pero no queríamos contar la historia de grandes personajes, sino describir la cotidianidad, porque ése es el sustrato en el que la Mafia encuentra su fuerza, la cultura del silencio, de la pobreza y la opresión. Lo peor de la Mafia es la cultura que genera, porque ha conseguido organizar a su alrededor todo un sistema social".

"He vivido 30 años en Brancaccio", prosigue Stassi, que acaba de publicar en Italia Per questo mi chiamo Giovanni, un cómic basado en un libro de Luigi Garlando, en el que relata la historia reciente de Sicilia a través de un padre que le cuenta su hijo la vida del juez Giovanni Falcone, símbolo de la lucha anti-Mafia, asesinado en 1992. "No hemos inventado nada, todo es real. Hemos cosido, hemos montado un puzle con diferentes personajes, un niño, un ama de casa y un vendedor ambulante", prosigue. Como Pulp fiction, de Quentin Tarantino, o los filmes de Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga, esta novela gráfica relata varias historias que al final se acaban cruzando.

Una de las cosas más sutiles del tebeo es cómo logra recrear el lenguaje de la Mafia. "Es algo que conozco muy bien, porque he crecido allí. Cuando dicen 'Si no vienes, no pasa nada' después de que el mafioso local reclame ver al vendedor ambulante, en realidad está diciendo 'Si no vienes te vas a meter en un lío'. Las miradas son también esenciales, el modo en que alguien te dice que ya puedes irte o que vas a tener problemas sin pronunciar una sola palabra. De hecho, me propusieron hacer un cómic parecido sobre Nápoles y dije que no porque no conozco esos códigos", prosigue Stassi.

"Queríamos mostrar las consecuencias de los pequeños compromisos cotidianos, de cómo la gente se autoinflige la Mafia casi sin darse cuenta al respetar un sistema", asegura Di Gregorio. Se refiere a lo que la escritora siciliana Simonetta Agnello-Hornby, autora de La Mennulara, llama la mafiositá, la cultura que, ante la desconfianza que genera un Estado inexistente, conchabado con la criminalidad o corrupto (o las tres cosas), hace que sea más fácil pedir (y luego deber) un favor al otro poder.

En Brancaccio este círculo vicioso está perfectamente narrado, de hecho se trata de una historia circular sobre cómo los pequeños gestos pueden degenerar en un drama. "Movimientos como el Addio Pizzo [una organización que reúne a comerciantes que se niegan a pagar el impuesto revolucionario mafioso] son muy importantes porque demuestran que la sociedad civil puede hacer algo", explica Stassi, aunque reconoce que su impacto es todavía mínimo y que, en lugares como el barrio que describen, todos los comerciantes siguen cediendo ante la extorsión. La sutileza de Brancaccio es que todo esto está narrado a través de la mirada de un niño, del silencio amenazador de un mafioso de cuarta, del miedo de los humildes.

Nino, personaje de <i>Brancaccio,</i> el cómic de Giovanni di Gregorio y Claudio Stassi.
Nino, personaje de Brancaccio, el cómic de Giovanni di Gregorio y Claudio Stassi.

Los premios 2009

- Los premios del Festival de Angulema reflejan el eclecticismo de los autores, del jurado y de los temas que han marcado este encuentro, que van desde la fantasía hasta lo cotidiano.

- Christian Hincker, conocido como

Blutch,

se hizo el domingo por la noche con el gran premio del jurado por el conjunto de su obra y Winshluss con el premio al mejor álbum por Pinocchio. Para la crítica, ha representado la consagración de una nueva generación.

- El premio esencial revelación se lo ha llevado Le goût du clhore, de Bastian Vives, un tebeo impactante que transcurre entre lagos y piscinas.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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