Basta con lo "light"
Acción mutante
Dirección: Alex de la Iglesia. Guión: A. de la Iglesia y Jorge
Guerricaechevarría. Fotografía:
Carles Gusi. Producción: Agustín y Pedro Almodóvar para El Deseo, SA, y Ciby 2000. Intérpretes: Antonio Resines, Alex Angulo, Frédérique Freder, Fernando Guillén, Quique San Francisco, Juan Viadas, Karra Elejalde, Saturnino García, Jon Gabella. España, 1992. Estreno en Madrid: Palacio de la Música, Benlliure, Novedades, Renoir, Aluche, Cartago.
La primera tentación en que se puede caer cuando se contempla esta primera, brillante película de Alex de la Iglesia es la de leerla como si de una parábola política se tratase. La ciencia-ficción, cajón en el cual, superficialmente, se puede incluir Acción mutante, ha demostrado desde sus comienzos como género de difusión masiva su manifiesta capacidad de vehículo apto para las más variadas parábolas políticas, a veces prístinas, otras no tanto.Por si fuera poco, hay elementos en el filme que parecen abonar la hipótesis: una ciudad que se parece mucho a Bilbao -aunque estemos en el año 2012-, unos policías con bandera española que no se andan con miramientos, un grupo terrorista y clandestino que, además de destrozar al prójimo, se destroza a sí mismo en una operación que tiene más de calculado negocio que de cainismo político; un planeta, Axturias, en el cual hay minas de carbón en crisis.
Todos esto, empero, no es más que el decorado. Porque ni Acción mutante es un filme orto doxamente science-fiction, ni la lectura política va más allá de al gunos chistes, algunos tan jugo sos como imaginarse a los mili tantes de ETA con los rasgos de los atroces, perdularios protagonistas del filme. En el fondo, todo es más simple y, a la vez, más siniestro.
Salvaje e inocente
Alex de la Iglesia (Bilbao, 1965), un creador de comics que se declara influido por la mala televisión de los setenta, se ha criado en medio de la violencia cotidiana de la sociedad vasca, algo que ya había asomado en su macabro primer cortometraje, Mirindas asesinas. Es la suya, pues, una mirada a la vez salvaje e inocente, una suerte de reflejo de un ambiente opresivo en el cual se mueven personajes al margen de la lucha política que genera la violencia, pero que la han sufrido. Y que se han acostumbrado a convivir con ella.
Con todo, conviene no dejarse llevar en exceso por una explicación meramente sociologista. De la Iglesia no es sólo el producto de una sociedad violenta, sino un creador con opciones narrativas y estéticas claras: a favor de un look cutre y desangelado; de un tratamiento de la ficción en términos de género, pero sin sentir una predilección manifiesta por uno en concreto; por la simbiosis entre comic y cine; por la plasmación de influencias muy variadas, que van desde Brazil hasta 1984, desde Blade Runner hasta el comic cibernético; por la denuncia descarnada de los "buenos sentimientos", de los cuales esta película se burla sin conmiseración.
Acción mutante no es un filme perfecto, ni se lo propone: al bueno de Alex de la Iglesia se le pondrían todos los pelos de punta ante la perspectiva de hacer una película redonda. Tiene resoluciones de guión no especialmente afortunadas, una truculencia a veces reiterativa, desfallecimientos narrativos innecesarios. Pero tiene algo más: una soberbia, pasmosa capacidad para proponer un universo completamente ajeno a nuestro cine. Un diseño de Producción que para sí quisieran muchos. Una maestría sorprendente en lo que a técnica se refiere -ahí es nada rodar un primer filme en scope y aprovecharlo así de bien-.
Y una admirable capacidad, la de De la Iglesia, que se mueve a la perfección en medio de ese cóctel de referencias culturales bastardas, para extraer de él un humor y un sentido de la provocación decididamente compartibles. Es Acción mutante un soplo de aire fresco en el cine español de hoy mismo. Aunque el tal aire huela de vez en cuando a halitosis, excrementos, vísceras y sangre coagulada.
Babelia
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