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Arquitectura de cine para impulsar el Raval barcelonés

La nueva Filmoteca de Cataluña, obra de Josep Lluís Mateo, retrasa su apertura

Un edificio de líneas limpias y ligeras, que sube hacia la luz y baja hacia la oscuridad, integrándose en la plaza como si fuera un fragmento que surge de ella. Así es la nueva Filmoteca de Cataluña, diseñada y construida por Josep Lluis Mateo, uno de los más internacionales arquitectos españoles. O quizá mejor decir que será porque, en uno de los episodios más rocambolescos de las últimamente movidas infraestructuras culturales barcelonesas, el equipamiento aún no ha sido inaugurado oficialmente. La pavimentación inacabada de la plaza de Salvador Seguí que la acoge y unas posteriores filtraciones de agua en el edificio han pospuesto la apertura de un centro que, eso sí, tenía ya la programación cinematográfica ultimada para arrancar en diciembre tras la anunciada inauguración para el pasado 29 de noviembre.

Unas filtraciones han obligado a posponer su puesta en marcha
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La pantalla errante

El concurso para el encargo de la Filmoteca también fue duro. Corría 2004 y el proyecto de Mateo fue escogido entre medio centenar de propuestas. En 2007 empezaron las obras. El edificio, que ha costado 15 millones de euros (frente a los 12 millones inicialmente presupuestados), está acabado en todos sus detalles, hasta el punto de que el director de la filmoteca, Esteve Riambau, y su equipo ya se han instalado en los despachos, con una vista privilegiada sobre el Raval, conocido antes del restyling como Barrio Chino.

"El Raval es un entorno complicado e interesante desde el punto de vista arquitectónico, urbanístico y sociológico. Los edificios modernos que se han construido son vulgares y poco atractivos, ajenos a la densidad histórica y arquitectónica del barrio", indica Mateo. El edificio será una de las nuevas joyas arquitectónicas de Barcelona, en un skyline que no variará mucho en los próximos años debido a la crisis. Aún así, revitalizará una zona especialmente deprimida, tanto que el edificio se ha erigido exactamente donde cayó una bomba durante la Guerra Civil, que dejó un descampado que es el que ahora urbaniza el Ayuntamiento.

A pesar de su diseño moderno, la construcción logra integrarse en la ciudad vieja gracias a sus medidas comedidas: 7.500 metros cuadrados construidos, repartidos en seis plantas, de las que dos son subterráneas. "La entrada es una continuación de la plaza, abierta a la ciudad", explica Mateo. En lugar del típico hall monumental, el arquitecto ha encerrado entre cristales, un fragmento de la plaza, del cual arrancan dos escaleras mecánicas. Una permite al público bajar, rodeado por un conjunto de espejos, hacia la oscuridad subterránea, donde se encuentran las dos salas de proyección de 400 y 200 butacas. La otra escalera sube hacia la luz, donde hay un pequeño museo con la colección permanente, dos salas de exposiciones, la de vídeo y biblioteca y los despachos.

Para evitar la fractura estética y conceptual con el barrio, Mateo ha renunciado a los acabados preciosos, pero no a la tecnología para la proyección, la acústica, el visionado previo y el subtitulado in situ de las películas. "Para que se integre en la ciudad vieja, el edificio tenía que expresarse como pura estructura, sin arquitectura añadida. No quería que fuera como un alien hostil aterrizado en el Raval. Por ello los muros y las vigas de hormigón visto de las fachadas, aunque muy distintos, se relacionan de forma amistosa con los desvencijados muros vecinos", explica Mateo, que acaba de aceptar un nuevo reto: la construcción de un edificios de apartamentos de lujo en Beirut.

En la Filmoteca el arquitecto ha sustituido los más habituales revestimientos con una serie de filtros de diversos tipos de metales para el exterior y cristal coloreado para el interior. "Los filtros que se yuxtaponen son una metáfora cinematográfica no solo conceptual, sino sobre todo física y sensible. La densidad del Raval es tal que la interacción debe mediarse, filtrarse. Y esto se produce a través de diversos artilugios, con una vaga referencia cinematográfica, como una malla metálica tejida como si fuera de lana para que produzca el efecto deshilachado o una red dorada tejida con dibujos basados en un fotograma de uno de los primeros grandes éxitos del cine mudo", explica Mateo, que ya está trabajando en la urbanización del nuevo centro de Niza (Francia), que surgirá alrededor del aeropuerto.

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