Los secretos de El Cairo
Un dentista de El Cairo, Alaa al Aswany, se atrevió a escribir una novela en la que desvelaba el corazón oculto de la sociedad egipcia, en la que narraba los tabúes de los que todo el mundo habla pero que nadie se atrevía a poner por escrito. El efecto de El edificio Yacobián, editado en España por Maeva, fue descomunal y en 2002 se convirtió en uno de los mayores éxitos de la narrativa árabe.
La novela transcurre en un edificio del centro de la capital egipcia, en torno al que se construye un relato coral con una decena larga de personajes. Al Aswany no se deja nada en el tintero: la homosexualidad, la brutalidad policial, la conversión de un joven primero al islamismo y luego al terrorismo, la corrupción política, la sexualidad antes del matrimonio...
EL EDIFICIO YACOBIÁN
Dirección: Marwan Hamed.
Intérpretes: Adel Imam, Nour El-Sherif, Youssra, Essad Youniss, Ahmed Bedir, Hend Sabri, Khaled El-Sawy.
Género: drama. Egipto, 2006.
Duración: 161 minutos.
El libro le dio unos cuantos dolores de cabeza a su autor, pero los problemas de verdad comenzaron con su adaptación cinematográfica, porque una cosa es contar y otra, mucho peor desde el punto de vista del censor, mostrar. Con un presupuesto de casi tres millones de euros, enorme para el cine egipcio, con un reparto que agrupaba a los más importantes actores del país y con director primerizo, Marwan Hamed, el filme acabó en el Parlamento. Un nutrido grupo de diputados pidió su mutilación por su tratamiento de temas como la homosexualidad, el terrorismo y la corrupción. La respuesta de Al Aswany fue contundente: "Las películas y las novelas no están para promover el turismo, sino para enfrentarse a los problemas reales de la vida".
Pero, en uno de esos clásicos movimientos de los regímenes autoritarios para salvar la cara manteniendo el puño de hierro, la película pudo estrenarse y convertirse en otro inmenso éxito. Como el libro, la película logra combinar la gran y la pequeña historia, consigue retratar Egipto -y las sociedades árabes contemporáneas-, pero a través de seres de carne y hueso: un anciano alcohólico que añora unos buenos tiempos que nunca existieron; un periodista homosexual que se mueve en el peligroso mundo de los bares de alterne; un empresario corrupto que trata de enfrentarse a un poder que le supera; un joven que no logra entrar en la policía por ser el hijo de un portero y que acaba convertido en islamista radical; una mujer sometida a acoso sexual por el baboso dueño de una tienda de ropa... La película es larga, casi tres horas, pero el espectador nunca se desengancha. Los censores egipcios sabían lo que tenían delante: un retrato valiente e inteligente de un mundo que el poder trata de mantener oculto.
Babelia
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